El año 2023 fue, sin duda, un año retador para todos. No solo para los colombianos, sino para muchos países en el mundo y en Latinoamérica que aún siguen sintiendo los coletazos de la pandemia y los efectos nocivos de los “conflictos geopolíticos ajenos” entre Rusia y Ucrania.
Además de lo anterior, es importante mencionar que para Colombia, particularmente, el año 2023 fue el año en donde se empezaron a gestar varias de las reformas que el nuevo gobierno electo en el año 2022 se propuso sacar adelante. Reformas que, sin haber sido aún avaladas en su totalidad por el Congreso, generan una gran incertidumbre en todos los sectores, no solo de la economía, sino de la sociedad colombiana en su conjunto.
Las cifras con las que va cerró el año no resultan ser del todo alentadoras y parecen, en cierta medida, ser el reflejo de esa misma incertidumbre. De acuerdo con el último informe reportado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) a mediados del mes de noviembre, en el tercer trimestre del año, el Producto Interno Bruto marcó una caída de más de siete puntos porcentuales, ubicándose en -0.3 % frente al 7.4 % registrado en el mismo período del 2022. Se indica por parte de la misma autoridad estadística que los sectores que han sido más afectados en los últimos meses han sido el sector manufacturero, el de la construcción y el comercio.
Pero mi intención no es entrar a detallar el comportamiento de cada uno de los indicadores de la economía colombiana, pues esa función ya está en cabeza de instituciones que se dedican a ello y que con certeza lo hacen mucho mejor que yo.
Lo que sí quiero denotar es que además de la situación económica y política por la que desde hace ya un tiempo se encuentra pasando nuestro país —llena de incertidumbres y de luchas entre ideología y pragmatismo—; los seres humanos y por supuesto, los colombianos —como individuos, como ciudadanos, como familias, como empresas, como nación— nos estamos enfrentando cada día con una cantidad mayor de riesgos, que a la vez implican una mayor complejidad en su gestión, que hacen que tengamos que vivir en ambientes cada vez más volátiles.
Adaptarnos a situaciones inciertas, volátiles y complejas
Ha sido particularmente sorprendente ver como todos —individuos y empresas—, nos hemos tenido que volcar a pensar en dar soluciones a situaciones que quizá hace diez años o más ni se cruzaban por nuestras mentes, como ciberataques, cambio climático, continuidad de los negocios, fallas masivas en las cadenas de suministro, daños a la reputación, etc. Hoy participamos en congresos, asistimos a simposios, conversamos en seminarios y las temáticas rondan, en la mayoría de los casos, en las formas precisamente de adaptarnos a esas situaciones inciertas, volátiles y complejas.
El entorno requiere de nosotros, y de la humanidad en general, nuevas formas de gestionar los riesgos, nuevas formas de enfrentar la incertidumbre, nuevas formas de adaptarnos a las amenazas, nuevas formas de pensar, de actuar y en general, nuevas formas de vivir. No basta con quejarnos todos los días de lo que se ve en las noticias, de lo que se lee en los periódicos o de lo que dicen los expertos; es preciso pasar a la acción.
Como individuos y como empresas, el mundo hoy nos pide a gritos que cambiemos nuestros hábitos y que tengamos mucha más conciencia de todos aquellos riesgos que antes parecían imperceptibles, pues son precisamente estos, los que están comprometiendo la sostenibilidad, no solo de las empresas, sino de la misma humanidad en el largo plazo.
Mi invitación hoy no es a que miremos el año 2024 y el futuro en general con escepticismo y con negativismo, sino que al contrario seamos capaces de ver los riesgos como oportunidades, que las crisis nos permitan incrementar nuestra capacidad de resiliencia, que nuestros actos nos lleven, como se mencionaba en el informe de Brundtland a “asegurar las necesidades del presente sin comprometer las del futuro” (ONU, 1987, p. 29) y que, más temprano que tarde, podamos tener la capacidad de ver la luz al final del túnel.
Este contenido hace parte de la octava edición de Revista 360 que cuenta con la participación de más de 70 invitados de todos los principales sectores económicos, productivos y políticos de Colombia. Ministros, líderes gremiales, líderes en áreas de la construcción, sectores bancarios, logística e infraestructura, telecomunicaciones, gobernantes regionales, analistas, economistas, entre otros.
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