La movilidad es para todos, sin atacar las libertades individuales

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Es muy popular y políticamente correcto atacar a quien sale en la parte superior de la pirámide social y económica de una sociedad, pero para dar los debates sobre la movilidad en cualquier ciudad, tienen que dejarse a un lado la ideología, la lucha de clases o tratar de generar políticas demagógicas.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Tenemos registros, los cuales años tras años mucho más claros, contundentes, medibles y sobre todo, útiles para medir la manera en que las personas se mueven de un lugar a otro en su día a día; ya sea de la universidad al trabajo o del trabajo a su casa o de su casa al trabajo, etc.

Allí se ha visto, que dependiendo de la ciudad, las personas tardan más que en otras en llegar sus destinos por una única razón: la carencia de transporte público, la falta de eficiencia en este, pero ante todo, el letargo en el que muchas ciudades se encuentran.

No me voy a detener a hablar de modelos en otros países, pero siempre me gusta tomar como ejemplo lo que se puede ver en ciudades como Madrid o Nueva York, las más tradicionales y a la que la mayoría de los colombianos podemos identificar.

Allí podemos ver cómo se debe construir, no solamente sistemas de transporte para todos, sino también vías para todos. En pleno 2020, seguimos en debates populistas sobre si hacer vías nuevas es para los ricos y va en detrimento de los menos favorecidos.

Hoy en Colombia tenemos personas que toman esos ejemplos para dar el debate en casos como el de Medellín y Bogotá, quienes argumentan que construir más vías es como comprar un cinturón más grande para la obesidad. Estos insisten en que se deben recortar vías, cerras espacios a los vehículos y hacer más transporte público.

En lo personal no creo en ese modelo y me distancio de ese. Creo que no podemos atacar la libertad individual de las personas diciéndoles en qué se tienen que movilizar y en qué no, perjudicar a una industria tan importante como la automotriz y fuera de eso, permitirles debates que se van de limbo en limbo.

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Antes aseguraban que a los carros habían que sacarlos por contaminación, pero cuando llegó la movilidad eléctrica y sostenible, dicen que hay que sacarlos por el trancón y que debemos andar en bicicleta, a pie o en bus.

Desde todo punto de vista es descabellado, sobre todo en ciudades como Medellín y si alguien niega la difícil topografía de esta ciudad, lo hace por ignorancia o lo hace con dolo y malas intenciones, porque no se trata de afectar la calidad de vida de las personas.

Creo profundamente y estoy convencido que nuestras ciudades tienen que avanzar en la construcción de metros; Medellín tiene que avanzar rápidamente en la construcción de una tercera línea de metro y planear la cuarta, pero Bogotá no se puede quedar con la línea de metro que dejó lista Enrique Peñalosa, sino que tiene que proyectarse en mínimo 7 u 8 de estas para los próximos 20 años. 

Además, tampoco se pueden atacar los coches porque estos le permiten a los enfermos, niños, ancianos y a todas las personas movilizarse. Hay personas que no pueden montar en bicicleta, caminar o montar en bus; hay personas que simplemente tienen que movilizarse en un sistema de transporte particular y esto no los hace malos ciudadanos.

Por lo menos estos vehículos han pagado impuestos por rodar, no como el caso de las motos, que son los agentes más contaminantes, las que más accidentes generan, las que más violan las normas de tránsito, no pagan peaje, no pagan rodamiento y muchas ni siquiera pagan IVA.

Lo anterior deja en evidencia que hay una desproporción y un desequilibrio por completo en el sistema de movilidad de las principales ciudades.

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Lastimosamente Colombia se ha quedado en el letargo del tiempo en temas de movilidad. Hoy no existen suficientes incentivos para que las personas chatarricen sus vehículos y solo hasta el año pasado vinimos a relajar un poco el tema medianamente beneficios tributarios para que las personas compren carros eléctricos.

Necesitamos generar una ola de transporte limpio a través de una reducción de impuestos para que las personas opten por comprarse estos vehículos y también fijar a la misma vez, años topes como el 2025 o 2026 para que por lo menos en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali no transiten más vehículos diésel.

Hay que consolidar la construcción de cables y de mejores redes camineras; de cientos de kilómetros de ciclorrutas y se tiene que garantizar el desarrollo de una ciudad a través de vías soterradas, vías a nivel y vías elevadas; son tres niveles, muy sencillos de entender, algunas ciudades lo han hecho y es lo que soporta realmente a un territorio.

El modelo de Nueva York es sencillo: tienen excelentes redes de trenes, buses, bicicletas y como si fuera poco, en la mayoría de los casos, los dueños de vehículos particulares para ingresar a una zona como Manhattan, dejan sus vehículos por fuera y cogen el tren, sin necesidad de que les coarten su libertad de andar en su vehículo privado.

El gran reto del transporte público es seducir a quien va en transporte privado y en ningún momento se puede pensar que el Gobierno debe ser el que le diga al ciudadano cómo debe moverse.

En Colombia, Bogotá y Medellín son las ciudades que presenta mayor congestión en todo el país. Las cifras son muy contudentes: En la capital, un conductor pierde 80 horas al año en trancones, mientras que en Medellín son 50 horas.

La situación es preocupante en la medida en que no se corrija y por eso se debe avanzar en todos los frentes, construir un transporte público para todos, transporte en bicicleta, redes camineras y vías, e incluso, ¿por qué no? pensar en esos modelos en los que Medellín ha sido pionera, como en la construcción de muchos más cables, para que las personas con menos recursos sean los que más gasten tiempo y dinero en poder desplazarse.

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