Las democracias occidentales suelen alternar entre un lado y otro cuando los gobiernos en ejercicio han tenido un desempeño regular o deficiente, y Estados Unidos, una de las democracias más admiradas y respetadas del mundo, no es la excepción.
Todo lo que se vaticinó sobre la primera presidencia de Donald Trump terminó siendo falso: lo acusaron de provocar una tercera guerra mundial, de llevar al país a la ruina, pero los datos y la realidad de su primer gobierno confirmaron que no fue así. Fue un periodo glorioso y exitoso para la economía estadounidense hasta la aparición del COVID, con una economía en crecimiento sostenido, récords en la bolsa, una generación de empleo positiva, una confianza del consumidor envidiable y un manejo excepcional de la inflación. Sin duda, Estados Unidos volvió a ocupar su lugar en la política mundial, donde siempre ha debido estar, no como algunos quisieran.
Estados Unidos había perdido su profundo nacionalismo, pero lo recuperó. Aunque algunos ven este nacionalismo como negativo, creemos que ha sido malinterpretado por ciertos sectores políticos, quienes argumentan que el orgullo por la nación y la defensa de valores y tradiciones se asocian con extremismos. Ojalá Colombia tuviera la mitad de ese amor que la mayoría de los estadounidenses siente por su bandera, su himno, sus fuerzas armadas y lo que Estados Unidos representa en el mundo.
Es probable que Trump no gane el voto popular, pero en las elecciones anteriores contra Joe Biden recibió más votos que en su primera elección, lo cual hace pensar que incluso podría superar a Kamala Harris en el voto popular. Harris ha quedado como un «juguete roto» para el partido demócrata y, en su estado de salud actual, tuvo una presentación lamentable en un debate de CNN con Trump, dejando claro que su aspiración carecía de fundamento. Harris ha sido inflada por los grandes medios estadounidenses, sobre todo en California, aunque la mayoría de la opinión pública realmente desconoce su forma y estilo político.
Debemos reconocer que Harris se convirtió en la candidata más viable para los demócratas para enfrentar a Trump, aunque hubo otras opciones, como el gobernador de California o el de Pensilvania. Sin embargo, al ser menos conocidos, no se arriesgaron. Harris, que no ha tenido el desempeño esperado en los escenarios mediáticos, parece ahora abocada a una derrota.
En cuanto a Colombia, es común ver cada cuatro años a los medios preguntando a los mismos analistas si es mejor que gane el demócrata o el republicano. Las respuestas suelen ser diplomáticas, enfocadas en la relación bilateral y la importancia del Congreso estadounidense. Sin embargo, esta tradición cambió primero con Iván Duque, quien, aunque era crítico de Trump, envió como embajador a Pacho Santos, quien abiertamente apoyaba al republicano, lo cual no fue bien visto en Washington. Luego, Gustavo Petro, en el Salón Oval, le dijo a Joe Biden que tenía un deber moral de frenar a Trump. Además, Trump ya ha tenido confrontaciones con Petro, lo que lleva a muchos a pensar que una victoria de Kamala Harris sería vista como favorable para Colombia.
Para Colombia, la llegada de Trump representa un escenario más desafiante, no porque exista un conflicto directo con él, sino por la tendencia de Petro de involucrarse en asuntos políticos de otros países según su conveniencia, algo distinto a su postura frente a Venezuela. No hay una verdad absoluta sobre qué es lo mejor para Colombia en términos de relaciones internacionales, pero lo que sí es seguro es que un gobierno de Trump podría complicar la situación para Colombia. El país aumenta cada año su producción de coca, mientras Trump ha amenazado en el pasado con aranceles a México si no detiene el flujo de drogas a través de la frontera. En Colombia, se percibe una falta de compromiso y alineación con los intereses de Estados Unidos, lo que podría generar tensiones que el actual gobierno quizás no esté preparado para manejar.
Desde este medio de comunicación consideramos que Trump es la mejor opción, no solo para Estados Unidos, sino para el mundo en este momento, un mundo lleno de conflictos con posibilidades de escalar en guerras. Trump ha demostrado en el pasado que puede lograr consensos y ser promotor de buenos acuerdos en conflictos. Seguramente, tiene la capacidad de buscar un final al conflicto en Ucrania y Rusia, un desenlace en la guerra entre Israel y Hamas, y hacer frente a todos los carteles, no solo del narcotráfico, sino de la alta criminalidad que hoy circula por el mundo.