La paz no convence todavía

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En este editorial queremos plasmar la posición de todo el equipo periodístico de este medio de comunicación, donde desde el inicio hemos creído firmemente en la necesidad y la importancia para ponerle fin al conflicto que vive Colombia hace más de 50 años, el cual sólo ha traído consecuencias negativas a la historia de nuestro país, en donde tristemente lo que más se recuerda son: bombas, secuestros, asesinatos, extorsiones y tomas sangrientas de pueblos y caseríos en los 32 municipios de nuestro país.

Si bien nos podríamos quedar hablando toda una vida de todas las atrocidades cometidas por las Farc, la paz demanda que pasemos la página, que empecemos a cambiar el pensamiento, a tratar de buscar la mejor salida a un conflicto, siendo conscientes del daño que se hizo, siendo sensatos de la necesidad de la paz, pero sobre todo, teniendo clara la línea entre la legalidad y la ilegalidad, que es lo que quizá aún no termina de convencer a gran parte del país que está rechazando la manera y el estado actual del proceso de paz, más no la paz, que es como lo han querido hacer ver algunos fanáticos de este proceso.

Está claro que la paz se hace con los enemigos, está claro que donde se trace la línea entre justicia y paz la gente no va a quedar contenta y está claro que se cometieron unos crímenes, pero se tiene que avanzar; lo que no se entiende en el contexto contemporáneo, es que en medio del proceso, el Gobierno esté dando unos gestos de paz a este grupo subversivo como el indulto de 30 guerrilleros, el inminente ceso bilateral, el desescalamiento del conflicto y obviamente todo lo que ha tenido que ver con esa rebaja en la agresión y actitud frente a la amenaza que aún representan las Farc. Así lo nieguen.

El tema de los indultos no le puede servir de “caballito de batalla” a los detractores del proceso porque los últimos presidentes han dado indultos. El anterior gobierno de Álvaro Uribe, es una muestra de ello. De la noche a la mañana indultó a 150 guerrilleros, a quienes liberó esperanzado en un eventual proceso de paz que nunca se dio. Dentro de ese grupo se encontraba, Rodrigo Granda, uno de los jefes de las Farc, pero como no pasó nada, simplemente quedaron libres, todos por delitos de rebelión, que al fin y al cabo es lo mismo que está haciendo Juan Manuel Santos.

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Agotado ese punto del indulto, lo que no se termina de entender en la sociedad de hoy, es saber si existen ciudadanos de bien y delincuentes de primera, segunda y tercera categoría para el Gobierno. Por poner un caso. Personas como Luis Alfredo Ramos, un político que ha sido reconocido como uno de las más importantes en los últimos 50 años en nuestro país; alguien que no ha asesinado a nadie, no ha secuestrado y que no ha cobrado ni una extorsión, hoy se encuentra privado de la libertad. Son dos años que lleva preso sin que aún se defina su situación y pese a esto, los colombianos están escuchando que van a indultar a guerrilleros, que estos no van a pagar cárcel y como si fuera poco, que van para el Congreso. Eso no lo entiende nadie, ni siquiera el más fanático del proceso de paz.

Partiendo de los anteriores ejemplos y analogías, se puede retomar la propuesta que lanzó el expresidente César Gaviria en algún momento, la cual no tuvo ninguna trascendencia y se perdió en el tiempo. Perdón y olvido para todos.  No queremos decir que estamos a favor o en contra de esta propuesta, pero si le van a perdonar los delitos de terroristas, no nos referimos a los 30 indultos, sino a lo que pueda llegar a pasar con las cabecillas de las Farc, esos que van a ir al Congreso, entonces que se perdone a la gente que no ha pagado una cuota de asistencia alimentaria, a los que se robaron un celular, a los que cometieron fraude en un documento legal y a todos en general, porque si vamos a comparar delitos, sería incalculable e ilógico tener en el Congreso a una persona que mató, secuestró, extorsionó, ordenó poner carros bomba, collares bomba y atacar iglesias con tatucos, mientras que el que supuestamente se reunió con paramilitares o se robó un celular, no ha pagado una asistencia alimentaria o haya cometido errores administrativos, sí esté en la cárcel. No se entiende; sería un claro mensaje de impunidad, de premiar al terrorista y no a las personas que han trabajado toda su vida en la legalidad, pues los delitos más atroces han sido cometidos por miembros de las Farc. De ahí que se retome esta propuesta, que ya parece desechada por el Gobierno.

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Para concluir este editorial, 360 Radio quiere plantear lo siguiente: ¿Le parece positivo que el mecanismo de refrendación sea el plebiscito? Un voto a ciegas por una pregunta concreta: ¿Usted quiere la paz? Sí o no.

Indudablemente era mejor un referendo en donde las personas votaran sí o no por cada punto acordado con las Farc y que a lo último se den resultados, donde se defina una mesa conjunta y se apruebe o desapruebe lo que se firmó con las Farc; pero la excusa para no hacer este, es que el pueblo no sabe votar un referendo y que las personas “se enredan”, lo que demuestra que no estamos en Colombia la más educada y no están educando a la gente.

El plebiscito se va a convertir en un causal de una polarización gigantesca que no se ha vivido nunca en la historia de este país.

Lo último es pedirle al Gobierno sensatez, responsabilidad, coherencia, imparcialidad y sobre todo que piensen muy bien en las decisiones que tomarán, porque no se puede olvidar que firmaron tratados con cortes internacionales que castigan la impunidad y que pueden tumbar el proceso de paz en cualquier momento si está mal hecho.

Y Segundo, si el equipo negociador no ha podido con las Farc y por eso tiene que ir Enrique Santos, pues que los devuelvan a todos, que les dejen de pagar hoteles y viáticos millonarios; simplemente manden al hermano del presidente Santos a que termine de negociar la paz.

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