Durante las campañas, es común que se recurra a la mentira, la difamación, y la manipulación de palabras y argumentos. En Estados Unidos, la migración ha sido un tema central en los debates electorales desde hace nueve años, y no es diferente en esta ocasión. La percepción extendida es que el modelo migratorio actual ha fallado, no solo por los fracasos visibles, sino también por los defectos acumulados con el tiempo y el aumento en la cantidad de personas que desean migrar al país. Aquí comienza lo que podría ser el nuevo modelo migratorio que Trump ha mencionado, promovido e impulsado por un migrante y una de las personas más influyentes del mundo: Elon Musk. Nacido en Sudáfrica, Musk ha expresado abiertamente la necesidad de migrantes en un país como Estados Unidos. Sin embargo, el “cómo” es el punto de divergencia para muchos.
Trump, tanto en 2016 como ahora, ha reiterado: “Queremos que los inmigrantes vengan, pero de forma legal”. Hoy, la realidad parece tan distorsionada, y la ilegalidad tan arraigada, que algunos defienden abiertamente la entrada ilegal, cuando nunca debería haber sido así. Se ha intentado pintar esta postura con un tono humanitario y quien se opone a ella es tachado de fascista o nazi, insultos recurrentes de la izquierda global, que en última instancia terminan defendiendo indirectamente el negocio de los carteles de narcotráfico y trata de personas, los llamados «coyotes». Actualmente, ninguna persona ingresa ilegalmente a Estados Unidos sin pagar al menos quince mil dólares a los coyotes, convirtiéndose prácticamente en esclavos de estas organizaciones criminales hasta saldar sus deudas. Miles de mujeres han sido violadas, y muchas personas han muerto, desaparecido o sido torturadas por estos carteles que también trafican drogas. Defensores de la migración ilegal no advierten que, en realidad, están fomentando toda una actividad criminal.
Musk ha afirmado que es necesario reformar el sistema migratorio estadounidense. Este sistema es, además de anticuado y difícil de entender para quienes desean migrar, extremadamente poroso. Debido a esto, muchos optan por vías ilegales o intentan esquivar la ley. La migración ilegal no solo es un problema latinoamericano; hoy en día, personas de Asia, Europa y África también buscan migrar a Estados Unidos.
En Colombia, específicamente en el Urabá antioqueño, se ven miles de migrantes con más de cuarenta nacionalidades diferentes: haitianos, cubanos, etíopes, jamaicanos, africanos y chinos, además de latinoamericanos. Esto se debe a la decadencia de muchos países, como Venezuela y Cuba, cuyos sistemas comunistas han empujado a millones a migrar en busca de una vida digna, aunque sea básica.
Ojalá el nuevo gobierno de Estados Unidos comprenda que la reforma migratoria es inaplazable y que necesita un proceso transparente, sencillo y eficaz. Hay millones de personas decentes, trabajadoras, respetuosas de la ley, dispuestas a acoplarse al modelo estadounidense y aportar al desarrollo del país. Estas personas están listas para migrar, emprender, trabajar, pagar impuestos y contribuir al crecimiento de la nación. Un sistema con tiempos de respuesta razonables, entre seis y dieciocho meses, y controles de seguridad y estudios académicos facilitaría un proceso ordenado. Las personas estarían dispuestas a pagar entre mil y dos mil dólares para aplicar legalmente, en lugar de pagar sumas exorbitantes a criminales.
Hay una vía para reformar el sistema migratorio de Estados Unidos, permitiendo la entrada de gente valiosa que quiere estar allí y premia el mérito, reforzando que hacer las cosas bien siempre sea lo que vale la pena.