La Reforma Laboral tiene que buscar generar empleo 

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Dar el debate desde el origen ideológico y reconociendo las distancias conceptuales que el gobierno actual tiene con los modelos económicos que han demostrado que funcionan, que no son perfectos, pero que funcionan, contaminan la capacidad argumentativa y la objetividad del debate.

Editorial

Este debate podría arrancar desde los puntos en los cuales, la inmensa mayoría de los colombianos está de acuerdo y podrían ser los siguientes; necesitamos más puestos de trabajo, necesitamos salarios mejor pagados, necesitamos que más empleados se formalicen, lo que indica que se supere ese histórico porcentaje superior al 52% de informalidad en los últimos casi 15 o 20 años. Estamos también de acuerdo, que la mejor forma de traer mejores condiciones de vida, mayor dignidad, desarrollo y crecimiento, es a través del ingreso que reciben las personas.

Luego de este recorrido nos encontramos con los debates disyuntivos, esa bifurcación ideológica; una con una ideología muy trasnochada apegada a pliegos sindicales con ideas otoñales de los 80s y los 90s, absolutamente divorciadas de la economía moderna, del nuevo mercado laboral, del avance de la tecnología, de la competitividad en el mundo y desde luego de las atracciones que un país tiene para que llegue la inversión.

Y ese primer punto de diferencia está, en que el gobierno cree que el Estado puede seguir siendo el mayor empleador, sin problema alguno y ser la primera solución ante la escasez de oferta de empleo, creando cargos artificiales, más burocracia, más clientelismo, creando ministerios, entidades, gerencias, direcciones y empresas estatales para poder emplear a personas. Y no es solo de este gobierno, los últimos cinco gobiernos han sido extremadamente generosos con la contratación Estatal de personas.

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Colombia, quizás con el gobierno Santos, tuvo algunas de darle más espacio a la empresa privada y a que el tamaño del Estado se reduzca, que es a donde debería atender cualquier gobierno en estas épocas.

Primero, porque el empleo de valor, el empleo que realmente crea riqueza al que tiene un aspecto diferencial, es el empleo que crea la empresa privada y ahí es, quizá, ese punto de fragmentación ideológico, entre quienes gobiernan hoy y quiénes discrepan en la mayoría de posiciones ideológicas, totalitarias y políticas del presidente Petro.

Ese empleo es el que tendría que buscar la reforma laboral que nuevamente se presente, porque fue muy preocupante escuchar de distintas voces del gobierno, que en primer lugar la reforma no tenía como objetivo generar empleo; segundo, que era mejor que se perdieran puestos de trabajo y que se formalizará a las personas, como quien dice, es mejor que las empresas echen miles de empleados, que formalicen unos pocos y que esos miles de empleados queden sin ingresos una idea lamentable y desdeñable desde todo punto de vista.

En aspectos generales, no dimensionar, comprender la realidad de un país como Colombia, con una infraestructura precaria, con inestabilidad jurídica, con ausencia de confianza en la inversión, un Estado que no es capaz de garantizar seguridad física a los inversionistas, cuando están por fuera de las ciudades principales, donde el impuesto corporativo es de los más altos del mundo, donde las regulaciones varían de cada tanto un poco, pues se convierte en un lugar realmente hostil para cualquier inversión, que es la que termina generando el empleo.

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De manera que el primer objetivo de esta reforma tendría que ser, reducir la informalidad laboral en Colombia, en segundo lugar, tendría que ser descentralizar el empleo, cómo hacer que las personas no tengan que ir hacia las ciudades capitales para conseguir un empleo; tercero mirar al campo, apostarle realmente al campo y la capacidad de desarrollo y de creación de riqueza y ponente generación de empleo que tiene el campo; cuarto, la flexibilidad laboral es una realidad en el mundo, hoy miles de personas prefieren tener libertad, autonomía, no ir a una oficina, no tener que vivir en una ciudad, poder recorrer el mundo tener dos y tres trabajos y esta reforma que se cayó afortunadamente lo impedía.

De manera que el gobierno, debe dejar a un lado esas ideas arcaicas, ideas imposibles de que funcionen en estos tiempos y abrir la puerta al diálogo, al consenso y a la construcción de un acuerdo que permita justicia, creación de empleo y creación de valor. 

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