La soledad del último año de gobierno

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No solo le pasa al presidente Juan Manuel Santos. Es un fenómeno que a la mayoría de gobernantes no exitosos les toca padecer en sus seis o doce últimos meses de gobierno.


Por: Redacción 360 Radio

La fea pero sincera frase de que las ratas son las que primero saltan del barco se aplica en su totalidad para todo el espectro político. Cuando se está en el comienzo del poder todos quieren estar ahí, todos buscan puestos de mediano o alto rango, el interés por figurar es máximo, se quiere ostentar una posición de poder y de confidencia con quien lleva el mando. El poder los dos primeros años es como ser un semidiós en la tierra; chequera, puestos, mando y excelentes relaciones.

Es como el ego, se va inflando e inflando sin que la persona se de cuenta y cuando menos piense uno de los mil alfileres que andan sueltos los pueden explotar. Santos ha conseguido tener un gobierno de resultados en algunas áreas especificas como las tic’s, infraestructura, vivienda, diplomacia y modernización del Estado. Sin embargo se le da duro por lo que poco o nada se hizo en materia de seguridad, administración de justicia, salud, economía y productividad.

Ha tenido innumerables cambios de gabinete, como también lo ha hecho con sus lemas de gobierno y sus círculos más cercanos, lo que habla mal y sugiere que el presidente nunca se terminó de acomodar con un buen equipo que lo ayudara a gobernar. Las encuestas no le favorecieron en los últimos años y su popularidad se desplomó.

Tener adeptos desde el congreso, gremios, empresarios, industria, medios, etc; es menester la mayoría de veces para sacar un gobierno adelante. Santos lo consiguió hasta prácticamente su antepenúltimo año de gobierno. Ahora los medios tradicionales de Bogotá como han visto reducciones de inversión por parte el gobierno, sí ven las dificultades, los problemas del país. Ahora sí se atreven a cuestionar.

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Los congresistas vuelven a su cauce natural. Hay elecciones parlamentarias y todos retoman el discurso de hace cuatro años; el que olvidaron a los pocos días de posesionarse. En época electoral no queda bien defender un presidente impopular y eso lo calculan ellos perfectamente.

Conseguir personas que se quieran vincular al gobierno en el último año es una tarea muy difícil, por lo cual el presidente debería tener las mejores impresiones de quienes lo acompañen hasta el 7 de agosto. Si hoy vemos, más del 60% de sus colaboradores ya no están a su lado. Ahora toca colocar a quienes hicieron la fila y quienes son conocidos del presidente, pues ya se acabó la repartija burocrática que era más rentable.

 

 

 

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