Las campanas doblan también por ti, Palestina

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Los miles de víctimas de los conflictos tienen la fragilidad, la sangre roja y el mismo dolor de mujeres, hombres, ancianos o niños, no importa si son rohinyás, a´was o palestinos, como dice el poema de John Donne (poeta inglés, 1572-1631) en Las campanas doblan por ti:


Por Wilmar Vera Z.

Mai Afana era una joven palestina de 29 años. Era experta en salud mental. En junio fue baleada por el ejército de Israel, en Jerusalén, en la localidad de Hizma. Sólo hasta la semana pasada las autoridades sionistas entregaron el cuerpo a su familia. Como si fuera poco, los soldados judíos que fueron testigos del hecho se reían delante de sus familiares. Lo pueden ver en @PalestinaHoy, una cuenta que denuncia los abusos de las autoridades del “pueblo de Dios”…

Igual que en Colombia, hay víctimas de primera y segunda. Por ejemplo, para la muy democrática derecha colombiana, la que no le gusta nada regalado pero sí abudineado o laforiado, neologismos que nos dejó el subpresidente Duque, se rasgas las vestiduras denunciando las atrocidades cometidas por las extintas Farc contra la población civil. Información sin duda grave y que es analizada por la JEP que se encargará de castigar a sus responsables en el marco del Acuerdo de Paz.

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Los derechos humanos – LA CLASE media
Las campanas doblan también por ti, Palestina

En el caso nacional, claro que hubo abusos y violaciones de los DDHH, algo que no es fácil superar y que las víctimas junto a la sociedad tenemos una tarea ardua de ayudarnos a reconstruir el tejido social, vuelto jirones desde hace décadas. Los que defendemos la paz total no somos ciegos a esa realidad, como tampoco lo somos con el criminal actuar de las organizaciones para-estatales como las AUC. No fueron ellos honestos enemigos de salvajes subversivos sino un brazo ilegal del establecimiento que hizo su trabajo sucio no por la paz sino para apropiarse de miles de hectáreas de campesinos desplazados o asesinados.

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El fraude del Acuerdo de Ralito es una muestra de su manipulación que reimpulsó la violencia que seguimos padeciendo para regocijo de cierto grupo político opositor.

En el mundo pasa igual. Desde hace meses que Rusia inició un conflicto contra Ucrania, que tiene el apoyo de EU y la Unión Europea. Desde entonces Occidente levanta las banderas por los millones de desplazados y las víctimas de una guerra compleja y ancestral, que es injusta para rusos y ucranianos.

Por eso, en Europa colocan la bandera de Ucrania como homenaje, persiguen a los rusos o filorrusos, como actores, artistas o intelectuales quienes perdieron sus trabajos por tener la nacionalidad de Dostoyevski, Tolstoi o Pasternak. Incluso esos autores del bagaje cultural humano fueron proscritos en planes de estudio, así como compositores y músicos nacidos en la Madre Rusia.

Sí, es terrible lo que pasa en Ucrania y su gobierno, que por años persiguió a las minorías rusas, está recogiendo lo que sembró con la anuencia de Europa y EU. Lo que pasa es que hay malos buenos y malos malos. Todo depende de los intereses que animen a gobiernos y empresas.

Yemen, Libia, Kurdistán o Palestina, son algunos tristes ejemplos de víctimas de tercera y cuarta. Son guerras que generan violaciones a los derechos humanos o defienden un actuar que enrojecería de pena al mismísimo diseñador de la Solución Final nazi y que ocurren a la vista de todos, por lo que nadie los ve o se indigne.

Los bombardeos sobre Mariupol, Donesk o Prudianka son tan graves como los que israelíes, sauditas o turcos infringen sobre Rafah, Nablus, Ibb o Aden. No podemos pretender que el dolor de una población es más grave o preocupante que otra, solo porque sus protagonistas tienen piel clara o piden misericordia al mismo Dios.

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Los miles de víctimas de los conflictos tienen la fragilidad, la sangre roja y el mismo dolor de mujeres, hombres, ancianos o niños, no importa si son rohinyás, a´was o palestinos, como dice el poema de John Donne (poeta inglés, 1572-1631) en Las campanas doblan por ti:

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

Ñapa: Este fin de semana asesinaron a los periodistas Dilia Contreras y Leiner Montero, cuando salían de cubrir unas fiestas locales en Fundación, Magdalena. Mi solidaridad con sus familias y ojalá el mejor Fiscal del universo ayude a dar con los asesinos y castigarlos. Que no sea como el crimen de Eliécer Santanilla, en Armenia, cuyo esclarecimiento reposa y da tranquilidad a sus autores. #JusticiaParaEliecerSantanilla.

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