El presidente Gustavo Petro vuelve a estar bajo los reflectores luego de que el excanciller Álvaro Leyva publicara, el 23 de abril, una carta en la que lo acusa de haber sufrido episodios de “drogadicción” y de haberse “desaparecido” durante dos días en plena visita oficial a París.
Las afirmaciones, cargadas de reproches personales y políticos, forzaron al mandatario y a su hija Andrea a salir a aclarar qué ocurrió en la capital francesa.
En la mañana del miércoles, Leyva divulgó una misiva que agitó el escenario político. El exministro, en un tono inusualmente severo, no se limitó a criticar la lucha interna entre Laura Sarabia y Armando Benedetti; fue más allá al recordar “la ocasión en que usted se desapareció dos días en París durante una visita oficial. Como si inteligencia francesa fuera incompetente como para no haber conocido su paradero”. Esa afirmación, de por sí grave, venía acompañada de otra acusación aún más delicada.
“Pude confirmar que usted tenía problema de la drogadicción”, escribió Leyva, confesando sentirse preso de “desazón y desconcierto” por no haber sabido “aproximar, ayudar, asistir oportunamente” al hoy mandatario. La frase tocó una fibra sensible que ya había sido explorada en campaña, cuando Petro admitió “exploraciones” juveniles con sustancias psicoactivas, pero negó adicciones en la adultez. La carta, sin embargo, resucitó el tema en un momento de alta exposición mediática y en medio de tensiones en la coalición de gobierno.
Leyva agregó que aquel episodio parisino coincidió con la cancelación de actos oficiales, insinuando una falta de transparencia alrededor de la agenda presidencial. El mensaje llegó en el contexto de su propia pugna con Sarabia y Benedetti, lo que muchos interpretan como un intento de ganar ventaja política en una batalla interna más amplia.
La defensa de Andrea a Gustavo Petro
Horas después de difundida la carta, la primera en reaccionar fue Andrea Petro. Desde su cuenta de X (antes Twitter) ofreció una explicación: el presidente extendió su estadía en Francia para compartir tiempo con ella y con sus nietas. “Su pasatiempo favorito fue estar con mis hijas, ser abuelo sin distracciones. ¿Culpable de desconectarlo un poco? Lo asumo. Solo buscábamos una paz que allá no permiten”, afirmó.
Asimismo, en una entrevista con W Radio, Andrea desglosó su relato: “Con el embajador Prada tratamos de llenar la agenda todos los días para dejarle al menos una tarde o un día libre, para que pueda relajarse un poco, porque la presión que él tiene no es la misma en el exterior”. Reveló que sus hijas son francesas y, por seguridad, procuran mantener su identidad fuera del radar mediático. “Ellas no saben quién es ‘Papá Gus’, entonces tratamos de que todo sea normal para que puedan vivir su infancia”.
Sobre la alegada “desaparición”, fue tajante: “Todo el mundo sabía dónde estábamos. No estábamos solos: estuvimos acompañados por personal de seguridad colombiano y francés”. Reconoció que no registraron de forma oficial los “huequitos” en la agenda para proteger la seguridad de las niñas y del propio mandatario. “Canceló una reunión y aprovechamos para estar con él; se tomó un tiempo para ir a una biblioteca… Mi papá me propuso quedarme con él en París, pero yo preferí irme; tengo mi vida”, resumió.
Finalmente, lanzó un dardo a Leyva: la carta, dijo, podría obedecer a “algo personal” contra Benedetti y Sarabia. “Yo tengo la conciencia tranquila porque sé lo que pasó en ese momento”, concluyó.
Con el debate al rojo vivo, el presidente replicó el mensaje de su hija y expresó: “Se me volvió pecado estar con mi familia”. En otro trino subrayó que, al vivir varios de sus hijos y su madre en el exterior, rara vez disfruta encuentros privados: “No creí que ese hecho desatara suspicacias atroces en personas a las que les he dado la mano”.
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Leyva, veterano del proceso de paz y exaliado clave de Petro, dispara su denuncia en medio de una lucha interna que amenaza la cohesión del gobierno. Cada frase de su carta sugiere una fractura política más que una preocupación estrictamente personal. En ese sentido, el episodio no solo confronta la imagen privada de Gustavo Petro; también tensa la cuerda dentro de la coalición del “cambio”, ya de por sí frágil ante las reformas sociales en curso.
Aunque Andrea insistió en que “solo una reunión no se pudo realizar, y eso fue todo”, la oposición se ha aferrado a la narrativa de la opacidad para cuestionar la capacidad de Petro de cumplir su agenda internacional.
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