Las sociedades éter

Compartir

En esta reconversión planteada desde la sociedad éter habrá que asumir el desarrollo y mantenimiento, no solo de empresas, sino de instituciones sin un ADN que las mantenga unidas, en las que el compromiso y la fidelidad ahora serán efímeros.


Por: Felipe Jaramillo Vélez

Ni bien hemos entendido el concepto de sociedad líquida acuñado por Zygmunt Bauman ―según el cual todo fluye, lo que hace de la sociedad algo difícil de contener y asir, en tanto se “escapa entre las manos como agua entre los dedos”―.

Ahora, nos enfrentamos a una sociedad éter, es decir, fluida, sutil, invisible, imponderable y elástica, que ya no correrá visiblemente entre las manos, en tanto su volatilidad ya ni siquiera se ve y, lo que no se ve, difícilmente puede comprenderse.

Un signo claro de la sociedad éter está dado por la falta de compromiso con la institucionalidad:

Casa, escuela, iglesia, gobierno etc. y, con ello, se verifica el derrumbamiento de un concepto que servía de amalgama a estas: el sentido de pertenencia.

En esta situación valdría la pena preguntarse: ¿cuál será el nuevo ADN de las empresas sin ADN?

Hasta hace algunos años las empresas se erigían como los entes de estabilidad económica de las regiones, miles de hombres asalariados asistían diariamente a las fábricas, esas que la mayoría de las veces tenían como su único lugar de trabajo.

En tanto, su estabilidad era tal, que fácilmente un hombre o una mujer podían pasar en ella treinta o cuarenta años, con lo cual la educación de sus hijos y la estabilidad de la familia estaba garantizada por el salario que les brindaba una compañía, por la cual, más que agradecimiento, se sentía respeto y compromiso.

Le puede interesar:  En defensa de EPM y Afinia

Hoy, sin embargo, el decorado es otro, los jóvenes van y vienen de una empresa a otra, el auge del emprendimiento y teorías progresistas que invitan a “sea usted mismo su jefe”, van al traste con la estabilidad brindada por la gran industria, misma que cada vez se automatiza más, prescindiendo así de mano de obra “no califica”, esa que antes conformaba el llamado ADN organizacional.

La sociedad éter, gaseosa, impredecible y, en algunos casos, invisible, tendría que generar reflexiones profundas en el ámbito empresarial.

La alta rotación de personal, la seguridad de activos de conocimiento, la pérdida de Now How, debería desembocar en una nueva forma de establecer la estrategia organizacional, en la que conceptos como misión se quedan cortos a la hora de delimitar un cord del negocio, una visión que, antes planteada para años, tendrá que ser planteada para meses o, incluso, días, y unos valores que de letra muerta pasen a ser el motor de las organizaciones.

En esta reconversión planteada desde la sociedad éter habrá que asumir el desarrollo y mantenimiento, no solo de empresas, sino de instituciones sin un ADN que las mantenga unidas, en las que el compromiso y la fidelidad ahora serán efímeros, en donde la estabilidad ya no será la preocupación del trabajador, en tanto que, ahora, su fin es vivir y no, simplemente, sobrevivir.

Última hora

Te recomendamos

Le puede interesar

[mc4wp_form id=»74432″]