Confidenciales 360.
Alguna vez el presidente manifestó que se sentía solo, cosa que le suele suceder a la mayoría de gobernantes que están terminando sus periodos y no tienen intereses en lo que viene. Dicen, desde los círculos mas íntimos de quienes han pasado por ese momento, que el tiempo pasa más lento, se hace una revisión al pasado y por lo general pesa mucho mas la critica que los halagos. Ahora, solo quedan escasas 16 semanas para la primera vuelta, casi 20 para la segunda, día en el que se conozca el sucesor de Santos. Desde ese momento, solo será cuestión de espera, trámites y organización. Pero desde el pasado viernes, que entró a regir en vigor la ley de garantías, norma que se expidió para las reelecciones del entonces presidente Uribe. No permite mas contratación directa y convenios administrativos de ningún carácter, hasta que se conozca el nuevo presidente. Lo más seguro es que sea en segunda vuelta, y de ese día hasta el 7 de agosto, solo transcurrirían cerca de cuatro semanas, que se dedican totalmente a un empalme.
Lo anterior demuestra que en realidad el gobierno material, activo e influyente de Santos, terminó el pasado viernes con esa ley. Ahora no tienen mayor cosa que ofrecer en materia burocrática, solo dejar algunas fichas permanentes, nombrar en calidad de encargo y comenzar a rendir cuentas. Quizá algunos ministros renuncien para ir a la arena política, cosa que termina de desdibujar el fin de un gobierno de ocho años. Los congresistas están concentrados en repetir curul y en otros casos de llegar por primera vez, mientras que los que siempre han vivido del erario público, miran cómo acomodarse y tratar de asegurar algún buen puesto en el próximo gobierno.
Santos termina con una desfavorabilidad de casi 70%, un proceso de paz con el ELN en cuidados intensivos, la seguridad ciudadana en su peor momento, la confianza ciudadana en las instituciones por el piso, crisis en la justicia y desconcierto ante la nube de corrupción que cubre a Colombia.