El linchamiento amarillista por deporte

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En definitiva uno de los hobbies que más disfruta buena parte del país es linchar a las personas públicamente, basados en información parcializada, en medias verdades y en información absolutamente contaminada. No importa contrastar la verdad, solo importa opinar por moda, porque otros lo dicen. Increíble, pero cierto.


Por: Andrés Felipe Gaviria

He aprendido a través de estos años que en Colombia toca hablar con la cartilla Nacho debajo del brazo, con un manual de instrucciones, con lentitud en las palabras y lastimosamente poniendo señalética luminosa a cada una de las palabras, comas, frases, sentencias, preguntas que uno pueda escribir o decir en Colombia, como también plantear desde un principio unos mínimos para que las personas luego no se presten a malinterpretar escritos, sacándolos fuera de contexto y a contar historias absolutamente distintas de cómo son, que tienen una génesis A, pero cuando se cuentan tienen una génesis Y y Z.

Una génesis que se modifica intencionalmente en la mayoría de veces por intereses particulares y que en un país altamente ignorante como es Colombia, donde las personas solamente leen un titular y muy pocos llegan a un segundo párrafo, crear información es bastante fácil. Colombia es un terreno fértil para que todos quieran opinar de todo con base en unos titulares que escuchan o que leen, y en lo que pueden compartir con amigos; con eso basta y sobra para hablar del país, para acabarlo, para reformarlo, para condenar a las personas, para salvarlas o simplemente creer que se tiene conocimiento sobre algo.

La semana pasada ocurrió un hecho para mí bochornoso, y es otra vez toda una masa crítica atacando a una ministra de Estado por cuenta de unas aparentes irregularidades en un contrato. Y acá voy con mi primera mínima para que empecemos a dejar en claro todo.

No defiendo absolutamente a nadie porque escasamente confío en mi sombra. Lo que sí defiendo es el debido proceso, la Constitución, con la cual podré estar más o menos de acuerdo, habla del debido proceso. Yo defiendo la inocencia de las personas hasta que se demuestre lo contrario y también creo en que cada palabra tiene una consecuencia, y que cada acción debe estar precedida por una coherencia, por consecuencia y desde luego debe tener una relación directa con la sensatez.

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Si algún funcionario público de cualquier rango en cualquier lugar del territorio colombiano comete un delito, que pague sin lugar a dudas; que los entes de control como la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía, actúen, que revisen exhaustivamente, que investiguen cada detalle para que las personas que cometen delitos en el ejercicio público paguen.

Los casos de ministros que han sido bastante expuestos ante la opinión pública por presuntos hechos de corrupción son pocos pero bastante rimbombantes en nuestra democracia light, una democracia rosa, con edulcorante, en donde el chisme y el sensacionalismo pueden más que los hechos reales.

En Colombia, que por lo general termina siendo patrón de conducta, las personas atacan a las autoridades, atacan al dueño de la casa, atacan al dueño del carro cuando deja que el delincuente le robe, le dañe sus propiedades o simplemente lo estafe. Se enojan con la víctima y no con el victimario. En el ejercicio público se sigue utilizando este ejemplo.

Se estaba pidiendo la renuncia de la ministra TIC, Karen Abudinen, por presuntamente cometer un delito, como insinúan miles de personas en redes sociales. La estaban atacando, se estaba vituperando su buen nombre sin garantizar el más mínimo espacio neutro a la defensa.

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Es risible que muchos quisieran hacer creer que una ministra tiene que estar pendiente hasta de un documento que ingresa a un contrato. Eso no pasa, como tampoco pasa en la empresa privada en muchos sentidos; para eso existen delegados, asesores, secretarios, directores, gerentes, líderes de distintas áreas.

Es increíble que se sigan repitiendo estos casos, teniendo en cuenta lo que cuesta llevar a buenas personas al sector público.

Si la ministra argumenta sus posiciones, incluso si los contratistas argumentan las suyas pues que sea la justicia la que dirima quién tiene la razón, que encuentre quién es el mentiroso, quién dice la verdad, quién le esta hablando de frente al país; pero en Colombia hemos llegado a un punto de no retorno y ante cualquier información preliminar de un medio de comunicación muchas veces con intereses soterrados, acaban con la honra y vida de un ciudadano que le está prestando al Estado un servicio público.

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Me parece lamentable que ellos no hagan defender su honra, y si a mí me acusaran de delitos, querellaba a todas esas personas para que me los comprueben; para que tuvieran altura en el debate. Es atacar con argumentos, pero nunca a las personas.

Es increíble el odio que pueden destilar algunas personas a través de mensajes llenos de falacias. Me sigo preguntando: ¿con qué objetivo lo hacen?, ¿qué piensan de la vida?, ¿qué buscan?

La ministra TIC tomó una decisión, que fue revocar un contrato. Abudinen tendrá sus consideraciones personales para haberlo hecho y esperamos que las autoridades cumplan pronto y entreguen resultados. Pero pensar que una ministra de Estado va a cometer un delito por apropiarse de unos recursos de una anticipación, es enfermizo, es díscolo, carece de todo sentido; eso jamás va a pasar.

Con el paso del tiempo, los ciudadanos siguen perdiendo la esperanza en su gobierno, en el Estado y sus funcionarios, lo que es altamente comprensible. Pero eso no puede ser una excusa para que los ciudadanos escojan como deporte el linchamiento mediático, el atacar a una persona hasta que sangre, hasta que no pueda sentirse peor porque de lo contrario ahí estarán con la rodilla encima de la nuca asfixiando a las personas, solo por deporte, sin preguntar, sin entender, sin investigar.

Ojalá los niños de la Región B del país no queden por mucho tiempo desconectados de internet, ojalá se le entregue ese contrato luego de la caducidad a una buena empresa capaz, fuerte y líder del sector.

Ojalá se descubra si es cierta la existencia de un cartel de pólizas falsas en todo el país, y ojalá que los colombianos aprendieran a dar el debate sobre el terreno de las ideas, de los argumentos, de las tesis, de la sana deliberación y no atacar la honra y la vida de los demás.

@AndresGaviriaC

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