Es imposible encontrar una concordancia, por lo menos una verdad que señale que una es mejor que otra. Lo cierto es que las listas abiertas han destruido a los partidos políticos en su interior y han permitido la proliferación de la corrupción en la administración pública.
EDITORIAL
Recientemente, con los ejercicios hechos exitosamente por el Pacto Histórico, se ha cuestionado mucho la competencia y la salvedad de la lista cerradas a la hora de permitir que un número importante de personas acceda a curules en el Congreso de la República y que luego de esto se puedan presentar algunos cuestionamientos éticos, intelectuales competentes por el desempeño que allí tienen.
Son susceptibles del escrutinio público, natural de la política y particularmente la queja más recurrente es, cómo se le puede dar un cheque en blanco a un partido o a un líder político para que lleve en coche a personas que difícilmente sacarían votos necesarios para llegar por una lista abierta a las corporaciones las cuales aspiran.
Y en este punto nos detenemos para indicar, que toda la responsabilidad recae sobre quien confecciona la lista, tiene la autoridad, el poder de estar revestido de buenas facultades para crear una lista particularmente, con la mayoría de posibilidades, de un número hasta otro y es esa persona quien puede dar fe de garantizar y ser el acreedor o ser ese avalista de las personas a las que impulsa ante la ciudadanía. Debería ser esa persona, ese partido o un comité, el que excluye, revise, analice y tome decisiones para presentar listas dignas a la ciudadanía y que la ciudadanía pueda estar confiada la hora depositar su voto.
Ese quizás, es el principal punto en contra las listas cerradas, hay otros de índole más política, como por ejemplo que solamente una parte de la lista hace fuerza, hace campaña, porque saben que quienes son los que pueden llegar y los demás no hacen campaña, ese elemento también es cierto.
Y el tercero, aún más politiquero, es que no se pueden medir las fuerzas internas de un partido para ver quién tiene más poder y así ejercerlo dentro de esa organización, no es más, que hacer una competencia monetaria, burocrática y clientelista a ver qué matiz de un partido se adueña, durante un tiempo, de una tolda política para entregar avales, declararse de oposición del gobierno, independiente y hacer negocios.
Por parte de la lista abierta, una lista que como lo decíamos, repleta de vicios, con elementos de corrupción demasiado evidentes.
La lista abierta solo genera que los partidos se vuelvan unas parcelas políticas, que las pueden comprar solamente las personas que ya vienen engendrando un poder de tiempo atrás, que tienen clientelismo y burocracia en las administraciones públicas, desde celadores, profesores, barrenderos, señora del aseo, que los ponen a votar a conseguir planillas, a conseguir votos y si no lo hacen, pues, simplemente les quitan el empleo. ¿Cómo se compite contra ese tipo de políticos en una lista abierta?
Los mismos políticos que a través de contrataciones estatales, reciben coimas y esas coimas son las que van a engrasar sus fondos electorales para poder gastarse en una campaña al consejo mil, 2 mil o 3 mil millones de pesos, al Congreso 10 mil, 15 mil millones y a una alcaldía hasta 70 mil millones de pesos, esas son las listas abiertas.
Las listas abiertas no fomentan los nuevos liderazgos, las listas abiertas se enquistan en ciertos feudos electorales, que se convierte en una en un mercado persa, en una compra y venta de avales, en personas que llegan a partidos simplemente por el campanero; luego se venden al gobierno de turno, traicionan las convicciones, los ideales, los postulados de los partidos, se crea todo un caos, una polémica, los militantes más ortodoxos de los partidos, les acusan se quejan de ellos, pero luego a la hora de volver a confirmar listas vuelven y caen el mismo error de crear listas abiertas para que este mal siga enquistado ahí. Pareciera que los partidos no aprenden de las experiencias de fracaso, que han tenido en el pasado.
Importante e inteligente, lo que ha hecho el Pacto Histórico y que ahora vuelven a realizarlo, lo hará en las elecciones regionales, con listas cerradas; es práctico, es más fácil a nivel contable, a nivel financiero, a nivel comunicacional y desde luego, quienes cometen un error son los enemigos del Pacto Histórico, que van a ir con listas abiertas, en muchos de ellos con personas, incluso, afines con la izquierda, pero que están camufladas en partidos de centro y derecha, solo que están allí para poder llegar a ocupar los cargos a los que aspiran en esas corporaciones en el próximo mes de octubre.
Aún tienen tiempo de reflexionar y enderezar el camino las distintas colectividades políticas, sobre todo de cara a las elecciones del 2026, en donde prometen ser una de las más emocionantes de los últimos años en Colombia.
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