Por: Alberto Bernal
Sé que esta columna me dará problemas. Pero como me decía mi mamá, que en paz descanse, “la mejor parte de envejecer es que cada día le importa a uno menos el qué dirán”. Palabras sabias que he comenzado a entender. Lo realmente relevante acá es que desde que comenzó esta pandemia me ha quedado muy en claro que muchos líderes de opinión y de la política están utilizando la pandemia para lograr inocular sus respectivas ideologías dentro de la política pública a través de la desinformación y de la destrucción de la economía. Y es un fenómeno mundial; ocurre en Bogotá, Londres, y Nueva York.
Cuando comenzó la pandemia se le vendió al público el concepto de “aplanar la curva” de contagio como estrategia fundamental para lograr mantener los decesos lo más acotado posible. Obviamente apoyé esa estrategia, la de cerrar todo por 20-30 días para controlar el contagio. Pero el “aplanar la curva” se ha convertido en un proceso perenne de destruir las libertades individuales, de destruir la economía, y de crear un estado omnipresente que tenga la capacidad de decidir si los hijos de Alberto Bernal pueden ir al colegio o no, cuando esa decisión debería ser función única de lo que piensen Alberto Bernal y su esposa.
Lo más patético de todo esto es que los totalitarios que quieren acabar con las libertades individuales no paran de mentirle a la gente. Se sabe, porque la ciencia lo dice, que los colegios NO son vectores de contagio del covid, y aún así, los vendedores de pánico se rehúsan a contarle eso a sus oyentes y votantes, y, peor aún, se dedican a censurar a los científicos que se atreven a decir la verdad. Un ejemplo es el caso de la Dr. Gupta, investigadora principal de epidemiología en la Universidad de Oxford, a quien una emisora de radio en Londres de altísimo alcance le prohibió que dijera que el covid-19 no era letal para los niños antes de salir al aire, a lo que la Dr. Gupta obviamente se negó. El resultado, sus visiones nunca salieron al aire.
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Lo mismo está ocurriendo en Nueva York. En NYC, ciudad que adoro y que me albergó por una década, está gobernada por el demagogo mayor Bill de Blasio. Ese irresponsable está destruyendo a NYC a punta de mentiras y de pánico. En vez de trabajar incansablemente en incrementar la infraestructura para hacer tests masivos, el tipo demoró la reapertura de restaurantes por meses, quebró miles de emprendimientos, y ahora nuevamente decidió cerrar los colegios públicos a pesar de que ¡se sabe gracias a la ciencia que los colegios no son vectores de contagio! El resultado de su patética decisión será más abuso infantil, más depresión, más inequidad, más violencia, y las muertes por covid-19 no disminuirán.
En este mundo gobernado por la “narrativa” está prohibido contarle a la gente que no hay 45 millones de casos de covid 19 en el mundo sino 780 millones (https://bit.ly/2IRVnZv), que la tasa de fatalidad no es de 25% como dice Claudia López, sino 0,23% para la población en general y 0,05% para los menores de 70, y que la neumonía ha matado 347 niños en EE.UU. desde principio del año comparado con 108 que han perecido de covid-19 (https://local12.com/health/medical-edge-reports/cdc-numbers-show-pneumonia-deaths-so-far-in-2020-arent-higher-than-previous-years-cincinnati).
La campaña de desinformación y miedo tiene un objetivo muy claro: destruir el modelo económico para implementar una utopía de dependencia. Y lo grave es que lo pueden lograr.