Los ministros son los fusibles del gobierno

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Ministros inamovibles no pueden existir en un gobierno porque el perjudicado es el presidente si no logra reparar los errores con nuevos ministros.


Por: Cecilia López Montaño

ara quienes hemos sino parte del gobierno en algún momento de nuestra vida profesional ha sido claro que los ministros son “fusibles”; es decir, cuando hay una crisis, su salida y su reemplazo cambian un clima político adverso.

Y esto debe ser especialmente cierto cuando un miembro del gabinete es el que causa la turbulencia por sus palabras o actos. Por ello, ningún presidente puede garantizar que su equipo ministerial permanecerá intacto durante todo su período de gobierno. Plantearlo es por lo menos ingenuo.

Entre las cosas insólitas que están sucediendo en Colombia, es que con demasiada frecuencia los ministros se han convertido en la fuente de malestar en el país por sus afirmaciones incorrectas, soberbias. Además, es mejor decirlo, con lamentable frecuencia son muestras de su profunda ignorancia. Pero resulta que el presidente en vez de sacarlos para calmar el ambiente ahora resulta que él sale a defenderlos; desafortunadamente muchas de las últimas metidas de pata han sido gracias a algunas de las ministras. Que vergüenza.

Esta actitud del presidente genera una serie de consecuencias muy graves. Primero, lejos de calmar a los opositores del gobierno que son muchos y que ahora tienen la calle para protestar, nutren con razón su malestar por las afirmaciones de quienes son responsables de temas cruciales como la justicia, el trabajo y la ciencia, para solo recordar algunas de las más recientes metidas de pata de miembros del gabinete.

Segundo, al salir el presidente Duque a defender las posiciones equivocadas de sus subalternos está perdiendo el nivel que le corresponde. Deja de ser el Primer Mandatario que tiene que ocuparse de los grandes temas, para caer en la posición de “ministro alterno”.

Tercero, por esa actitud en vez de fortalecer su gabinete ante los ojos de la sociedad, lo que logra con esas aclaraciones no pedidas es desaprovechar la oportunidad de mejorar su equipo de gobierno.

Presidente Duque es hora de que use un instrumento que todos los que han pasado por su cargo han utilizado para mantener no solo la gobernabilidad sino nada menos que la credibilidad en su gobierno. Cuando un ministro se equivoca en materia grave se tiene que ir. Es más, aun cuando no ha hecho nada grave, pero pierde la credibilidad ante la opinión pública también le toca ser el fusible de turno si de recuperar las riendas del gobierno se trata.

Ministros inamovibles no pueden existir en un gobierno porque el que termina perdiendo es el presidente si no logra reparar los errores cambiando el libreto con nuevos ministros.

Salir a cada rato a sacarles las castañas del fuego a quienes cometen errores graves o dejan ver claramente su ignorancia sobre los temas que manejan, no solo debilita al gobierno sino que afecta seriamente la imagen del presidente que es el único que tiene que permanecer durante todo su mandato.

El país se está cansando de tantos errores cometidos por su equipo y no solo por sus ministros sino por otros como el personaje que maneja el Centro de Memoria Histórica o ese director del Sena que se refirió a una mujer con una bajeza increíble.

Sinceramente no hay justificación posible para que sigan en sus cargos cuando están dejando esas instituciones por el piso. La lista se está volviendo interminable y ya son muchos, inclusive aquellos que lo apoyaron en la elección presidencial, que se están saturando.

Para que no tenga que seguir excusando a sus ministros por favor: que el nuevo Ministro de Trabajo deje de soltar frases como el de la contratación por horas sin estudiar el tema y sin mostrar argumentos válidos para defender esas propuestas.

Que entienda además que en Colombia hay mucha gente que ha analizado seriamente asuntos como la reforma laboral y la pensional y que no se van a quedar al margen del debate que se viene. De paso a la nueva ministra del Interior más le vale que entienda los serios problemas que se tienen que abordar desde esa cartera, muchos más de los que ha dicho que quiere solucionar.

Una regla elemental que no puede desconocerse si se trata de gobernar un país tan difícil como Colombia: el presidente no puede convertirse en aquel que les arregla la plana a sus subalternos y los funcionarios que se equivoquen en materia grave se tienen que ir. Punto.

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