Normalmente escribiría sobre ideas para los asuntos que me apasionan, la importancia de la empresa en la sociedad, o en estos tiempos rechazaría las políticas anti-crecimiento que se impulsan desde algunos frentes, pero esto sería seguir ladrando a la luna.
Este contenido hace parte de la séptima edición de Revista 360 y cuenta con la participación de más de 70 invitados de todos los principales sectores económicos, productivos y políticos de Colombia. Ministros, líderes gremiales, líderes en áreas de la construcción, sectores bancarios, logística e infraestructura, telecomunicaciones, gobernantes regionales, analistas, economistas, entre otros.
Por: Andrés Felipe Gaviria Cano – Consultor
Si con todo lo que ha acontecido en los últimos años, los colombianos que nos encontramos del lado de la legalidad, el trabajo y sentido común, no nos hemos dado cuenta de cómo un grupo político y social nos va ganando las guerras de quinta y la sexta generación en el terreno de las emociones, la indignación, la posverdad y el caos, estamos en un escenario bastante desfavorable. Y quizá ahí radica una de nuestras grandes diferencias con ellos, es que por más que el opositor ideológico en política gane, le desearemos el bien y mantendremos la voluntad de trabajo y construcción, cosa que no sucede en doble vía, pues la mezquindad es lo de ellos.
Ahora resulta que los empresarios todos son malvados opresores, que las empresas hacen parte del “maldito sistema” que explota al ser humano, el “gobierno” (cuando ellos no lo son) es una dictadura egoísta y asesina, y como si fuera poco, hablan de destruir sectores como el minero – energético desde pomposas caravanas con camionetas estatales y montando en avión cada 20 horas. Ellos, la mayoría, nunca han creado un empleo, mucho menos una empresa. No sobrevivirían a diez minutos sin carbón, petróleo y varios minerales, pero para la galería ellos tienen que actuar y seguir con el postureo de los super-poderosos guardianes del planeta.
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La distorsión de la realidad, el divorcio total de la ciencia y todos los números que se puedan demostrar, es su patrón de conducta. Ellos dicen que tenemos el peor sistema de salud del mundo, cuando no hay nada que sustente dicha afirmación. Se empeñan en cada discurso por alejar la inversión extranjera, por dinamitar la confianza empresarial, por cambiar las reglas del juego y así generar mayor inseguridad jurídica e inestabilidad en el ecosistema empresarial. Utilizan todas las formas de lucha posibles. Está en su genética, les gusta implosionar a las instituciones, fomentar la división, alimentar la demagogia y el populismo, mientras apuestan por la inversión de los valores con un público juvenil que es bastante manipulable, pues es cierto que tiempos buenos crean generaciones débiles y hoy lo estamos viendo.
Todo esto es una feria que se cimenta en el subsidio, el empleo público ficticio y la irresponsabilidad. Acá los mismos de siempre seguiremos pagando impuestos, ellos malgastándolo mientras buscan que millones de personas dependan totalmente de las subvenciones. Colombia no ha conocido la riqueza real, nunca existió una apertura económica y estamos lejos conocer el verdadero capitalismo. Acá las decisiones que se toman en el legislativo, ejecutivo y judicial atentan contra la calidad de vida de las personas, pues no aportan al verdadero desarrollo económico, mucho menos mejoran la “justicia” existente, en donde la impunidad y la indulgencia con la delincuencia es el pan de cada día.
Por mi parte, soy consciente de que la única manera en la que las personas aprenden es a partir del fracaso, el error y siempre del dolor. Nacieron en coche, creen que el mundo les debe algo, quieren pensionarse sin llegar a los 30. De todo se cansan, rechazan la minería desde un IPhone y critican el petróleo desde un avión. Mañana bloquearán vías exigiendo maestrías y doctorados gratis, casas gratis, carros gratis, y seguramente un populista se los dará. En eso estamos, lastimosamente. La pregunta es, los que vemos y somos conscientes de todo esto, ¿qué haremos?