¿A dónde iremos a parar?: senador Horacio Serpa.
Bogotá D.C., noviembre 17 de 2015.- Comentar sobre el M-19 cuando un País adolorido conmemora los 30 años del cruento asalto al Palacio de Justicia, no es apropiado. Pero dejar pasar de agache lo que pretendo decir sería inaceptable. Pretendo ser oportunos.
La acción del M-19 fue osada, suicida, puso en peligro la vida de mucha gente, fue un ataque aleve a Corte Suprema de Justicia y un desafió a las Instituciones democráticas. Un enorme estropicio. Un tremendo error, han dicho importantes dirigentes que pertenecían al movimiento guerrillero que en esos momentos dramáticos.
Cuatro años después, sin olvidar la tragedia, el Estado Colombiano, representado por sus instituciones, y los dirigentes del M-19, pactaron un Acuerdo para la paz. Lo hicieron estos comprometiéndose a abandonar las armas, a acoger la Constitución Nacional, las leyes y a sus autoridades, a cambio de que aquellos les dieran garantías políticas y personales y se les permitiera luchar legalmente por las ideas que los llevaron a la subversión.
EL M-19 cumplió. A pesar de que algunos de sus compañeros fueron perseguidos y asesinados, se quedaron en paz con las instituciones, abrazándolas y luchando con sus reglas. Participaron en la Constituyente de 1991 y a ella llegaron con gran representación elegida popularmente. Han sido Ministros, Gobernadores, Alcaldes de la Capital y de muchos Municipios, Senadores, Representantes a la Cámara, Diputados, Concejales y Ediles, funcionarios, todos en igualdad de condiciones al resto de partidos y políticos, y han cumplido.
Sería aberrante reconsiderar ahora los indultos, amnistías y beneficios concedidos en esa época; improcedente, una persecución política. Una sola palabra lo define todo: sería desleal.
Ocurriría lo de la obra de Bertolt Brechet. Después vendrían por el EPL, y por el Quintín Lame, PRT, Corriente de Renovación Socialista, otros, en los que por cierto, actué en representación del Estado. ¡Atróz! Por mi parte, no volvería a creer en estas Instituciones.
Lo de Iván Cepeda va para allá. Me declaro testigo a su favor en cualquier instancia y bajo cualquier apremio judicial y consecuencia legal.
Lo persiguen por su padre Manuel Cepeda. Lo conocí, lo traté, coincidí con él en reflexiones por la paz, por la vida, por la convivencia, y desde distinta orillas partidistas participé con él en luchas políticas en el Congreso. Lo mataron siendo Senador de la República, por sus ideas y porque era Comunista, como si todavía fuera ilegal, como lo fue en una época que dio lugar a la violencia actual. Lo mató un agente del Estado.
Al actual Senador Cepeda lo acusan unos sujetos diciendo que los estuvo acosando para que declararan ante la Justicia contra el expresidente Álvaro Uribe. Nunca creo cuando los declarantes son bandidos condenados por la misma Justicia, por delitos bárbaros y atroces. Tampoco lo creo, nadie debería creerlo, si sabe que Iván es un hombre combativo y sano que con ideas que no esconde, con procedimientos públicos conocidos por las Autoridades, busca para su pueblo paz y justicia social. Lícito de toda licitud.
¿A dónde iremos a parar?