Mantos de duda

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EDITORIAL

Es grave desde todo punto de vista que se estén lanzando acusaciones sin nombres o elementos probatorios, mas cuando se lanza una red en la que caen decenas de personas y de inmediato quedan con un blanco en la espalda a merced del oportunismo.


No se debería ni estar discutiendo sobre los derechos fundamentales de todo ser humano, pues es lógico que el respeto y el buen proceder en las relaciones personales debe primar por encima de todo; ambiente laboral, académico, espacios públicos, entre otros. Hace varios meses se ha venido conociendo un debate importante sobre la supuesta racha de abusos sexuales y acosos a mujeres de distintas esferas del poder y espectáculo. En EE.UU. se desató toda una tormenta por cuenta de una decena de presuntos abusos que el exitoso cineasta Harvey Weinstein habría cometido a grandes actrices como Salma Hayek, Gwyneth Paltrow y Angelina Jolie. También se conocieron acusaciones entre homosexuales, como lo es el caso del protagonista de la famosa serie House Of Cards, Kevin Spacey.

Como todo lo que sucede en el país del norte termina replicándose en Colombia, la semana pasada se conoció una columna de la periodista Claudia Morales en la cual relataba una presunta violación de la cual había sido víctima. Allí relata lo sucedido y dice que nunca denunció el hecho porque sentía temor y miedo, pues según ella se trata de una persona poderosa, que todos los días los colombianos ven y oyen. En esa columna no precisa el nombre de una persona, solamente hace mención a que fue uno de sus jefes, acusación en la cual caen más de siete personas reconocidas en la vida pública nacional. Hoy lunes se conoció otra columna, esta vez de Paola Ochoa en la cual infiere que ya se puede conocer el nombre del acosador; lo relaciona con columnas, chuzadas y mensajes en redes sociales. Tampoco dice el nombre.

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Se puede notar en las redes sociales como se han comenzado a lanzar acusaciones de lado a lado, señalando a muchas personas de ser los presuntos culpables de dichos delitos. En la última columna se invita a varias periodistas del país a que confiesen si han sido víctimas de sus jefes o cualquier otra persona. Todo se ha prestado para especulación, cosa que es grave en el seno de cada familia del presunto acosador. ¿Como se debe sentir una familia en la que se encuentra un exjefe de Claudia Morales?Antes que parecer defensores de lo indefendible, se invita a que como se ha hecho en EE.UU. se publiquen las denuncias con nombres formales, seguidos de denuncias penales formalizadas en los entes acusadores.

Es mas que necesario que el país conozca estos nombres, pues de ser ciertos los hechos, el presunto violador anda suelto y seguramente haciendo de las suyas, cosa que no se puede permitir. Sucede que acá se están acusando a personajes importantes y no se puede permitir que estos hechos prosperen en nuestro país. Ahora, en virtud de la imparcialidad y el contraste de información, también se debe mencionar que muchos hombres se han sentido estigmatizados por esta serie de denuncias. Ellos han pedido que se revelen nombres y se procedan con denuncias, todo para no dejar ese manto de duda sobre muchos, cuando solo uno es el culpable.

Las relaciones del poder, política, dinero y sexo siempre han estado conectadas. No de ahora, data de hace muchos años. Ahora lo que se debe ver en el escenario público es no un debate y un terreno de guerra con acusaciones sin fundamento, sino exponer estos casos aberrantes que merecen todo el repudio nacional y el castigo de la justicia.

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