El abogado Santiago Trespalacios Carrasquilla dedica esta columna al derecho a marchar, en el marco del Paro Nacional. Trespalacios cuenta con una Maestría en Ciencias Penales y Criminológicas. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Autónoma Latinoamericana.
Por: Santiago Trespalacios Carrasquilla
La frase que titula esta breve columna, la cual es una especie de resonancia de las célebres palabras de Voltaire “no estoy de acuerdo con lo que dices pero defendería con mi vida tu derecho a decirlo” es la síntesis de mi posición alrededor del por qué, junto con un sinnúmero de colegas y organizaciones, hemos decidido defender solidariamente a múltiples marchantes que han resultado indebidamente judicializados por ejercer su derecho a la protesta.
Cuando se defiende a un marchante no se está necesariamente de acuerdo con su causa, es más, en mi caso, no pregunto al defendido los motivos por los cuales se desplaza por las calles gritando, parando el tráfico, incomodando a la ciudadanía, ‘insultando’ a uno que otro político, etcétera, defiendo y defendemos marchantes por el solo hecho de marchar, que no es una causa cualquiera, para mi, por ejemplo, es suficiente causa. Si, hipotéticamente, el poder estuviese distribuido al revés, es decir, ‘la izquierda’ viviese en el palacio presidencial y ‘la derecha’ marchase por las calles, mi posición sería idéntica, y no tendría que caer en las insalvables contradicciones de aquellos que satanizan el uso de la fuerza en Venezuela por parte del Estado, mientras en Colombia lo aplauden y alientan, o también, por qué no decirlo, al revés, cuando algunos que apoyan al marchante colombiano al tiempo que tildan de fascista al que lo hace en Venezuela. ¡No! la marcha es la marcha, sin importar el motivo por el que se marche ni en contra de quien se haga.
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¿Por qué se defiende al marchante sin importar el motivo por el que marche? La justificación de esta defensa, o de este ‘deber defensivo’ orbita alrededor de una idea sencilla pero poderosa: todos los derechos de los que hoy gozamos, desde los más complejos hasta los que ya consideramos habituales, son el resultado de la movilización social, la protesta y de las diversas revoluciones que ha habido a través del tiempo y del espacio. Defender a quien marcha es antes que nada defender la reivindicación histórica de esta permanente lucha por los derechos. Por otro lado, defender cualquier derecho ajeno es también defender uno propio, pues la libertad política y de manifestación de quien hoy marcha es un espejamiento de mi propio derecho a marchar. El maestro Fernando Meza Morales tiene una frase que inspira esta convicción y con la cual cerramos: “Quien defiende la libertad del otro, defiende la propia; quien defiende la propia libertad, defiende la libertad”