¿Más corrupción o mayor indignación?

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Este contenido hace parte de la séptima edición de Revista 360 y cuenta con la participación de más de 70 invitados de todos los principales sectores económicos, productivos y políticos de Colombia. Ministros, líderes gremiales, líderes en áreas de la construcción, sectores bancarios, logística e infraestructura, telecomunicaciones, gobernantes regionales, analistas, economistas, entre otros. 


Por: María Isabel Alvarado – Directora Iniciativa ciudadana Mi Cali Contrata Bien

Dentro de los tres problemas más graves que identifican los ciudadanos en el país se encuentra la corrupción, de ahí su protagonismo en las agendas políticas y electores recientes.

Según el Índice de Percepción de la Corrupción en el sector público emitido por Transparencia Internacional y publicado en 2022, entre 180 países evaluados, Uruguay se destaca en el puesto 18 como el país de la región mejor calificado mientras Venezuela registra una altísima corrupción al ocupar el puesto 177 como uno de los peores países del mundo en esta materia y Colombia se mantiene por segundo año consecutivo en el puesto 87.

Si bien los ciudadanos hoy manifestamos más nuestra indignación e inconformidad con la corrupción y somos más conscientes de los efectos negativos que trae en relación con el desarrollo de la economía y el bienestar social, esto no parece frenarla ni disminuirla.  Datos revelados en la Encuesta de Cultura Política del DANE de 2021, indican que 73.2% de las personas mayores de 18 años percibió que el nivel de corrupción aumentó en el país en comparación con el año anterior.

Más allá de la indignación que hoy sentimos, como ciudadanos debemos rechazar la corrupción con acciones personales encaminadas a su mitigación partiendo de la denuncia hasta reales sanciones sociales para quienes cometen actos de corrupción tanto en lo público como en lo privado.

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La prontitud de la información, la difusión masiva que permiten las redes sociales y la creación de plataformas digitales de acceso a datos públicos son herramientas que han ido ampliando las capacidades investigativas para el fortalecimiento de las denuncias ciudadanas frente a la corrupción y una mayor sensibilidad en torno a este tema. 

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María Isabel Alvarado – Directora Iniciativa ciudadana Mi Cali Contrata Bien. Cortesía.

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La sensación de mayores niveles de corrupción se produce también por el incremento de noticias en esta materia y el rol que han desempeñado los periodistas como principales denunciantes.  La herramienta de Monitor Ciudadano de Transparencia por Colombia identificó 967 hechos concretos de corrupción entre los años 2016 y 2020 registrados a partir de 2.026 artículos o notas de 25 medios de comunicación.

Según la información compilada por distintos organismos, en los últimos años los colombianos recibimos un promedio de 4 noticias sobre corrupción al día.

Si bien parecieran aumentar las noticias sobre corrupción y la visibilidad de este tipo de hechos, también ha crecido el número de denuncias formales por parte de ciudadanos.  La Fiscalía general de la Nación ha indicado que en un periodo de 10 años las denuncias por casos de corrupción han aumentado en un 169%.

Una de las dinámicas donde agentes públicos y privados han confluido históricamente para el desarrollo de actos corruptos mediante el desvío y uso inadecuado de los recursos públicos ha sido a través de la contratación pública. 

Preocuparnos y preguntarnos acerca de cuánto se contrata, con quién y bajo qué modalidades se destinan los recursos públicos es un paso importante para monitorear a nuestros gobernantes y exigir una mayor rendición de cuentas con el propósito de lograr que la inversión pública efectivamente solucione las necesidades de todos los ciudadanos.

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Es el momento de recordar a la administración pública y con quien esta celebra contratos y/o convenios que la contratación pública es un medio para cumplir los compromisos con los ciudadanos y no una herramienta de favorecimiento personal.  Aunque suene básico y trillado, lo público es de todos y entre todos lo defendemos.

Es el momento de superar la apatía hacia lo público, la desconfianza hacia la institucionalidad y la indignación para promover un escenario renovado en la gestión pública que a partir de la inserción de mejores prácticas contagie una visión y forma de hacer las cosas que realmente movilice un cambio y dignifique a aquellos funcionarios públicos que desean hacer bien su trabajo pensando en el interés público.

Necesitamos crear una nueva forma predominante de administrar los recursos y bienes públicos donde, como ciudadanos reconozcamos que somos fuente de soluciones y no simples espectadores de las decisiones que otros toman por la ciudad.

Si algo puede unirnos como ciudadanos es la lucha por restablecer la moralidad pública, los principios y valores que no deben ni tienen partido político, edad, raza, religión ni condición social.

Es el momento de demostrar el poder de la activación colectiva por un territorio cívico, inclusivo, participativo y transparente desde lo público y lo privado.

Como dijo Confucio “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”, así este es el momento de encender una vela con el poder que tienen nuestras acciones diarias para ser ejemplo del valor del sentido público, el interés general y el rechazo a quienes son cuestionados, investigados o facilitadores de corrupción.

La verdadera revolución para desterrar la corrupción está en nosotros mismos.

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