Cuando se habla de Medellín y su historia cultural, no solo se piensa en la arquitectura, el paisa montañero o la Feria de las Flores. También se piensa en un sabor, en una mesa, en una esquina del centro, en un helado de infancia o en un café servido con arte. En ese universo de memorias colectivas, hay marcas paisas que han logrado consolidarse como verdaderos íconos de la ciudad y que, con el paso de las décadas, se han convertido en parte esencial del ADN antioqueño.
Sabores y tradiciones que perduran: las marcas paisas que son una leyenda
Astor, Hatoviejo, Mimo’s, Versalles y Mondongos no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que encarnan el espíritu emprendedor, familiar y sabroso que caracteriza a Medellín.
Astor, tradición suiza con sabor paisa: Fundada en 1930 por el chocolatero suizo Carl Meier en Medellín, Astor se convirtió en el primer negocio de confitería fina de la ciudad. Su sede tradicional en el centro, con vitrales y mobiliario clásico, se transformó en un lugar de encuentro para generaciones de paisas que saborearon por décadas sus trufas, bombones, tortas y el famoso pastel de pollo. La pastelería, que aún sigue vigente en puntos como el Centro Comercial Oviedo, ha logrado mantener el mismo espíritu familiar con el que nació, siendo símbolo de calidad, elegancia y tradición.
Hatoviejo, cocina típica con alma de familia: Desde su fundación en 1982, Hatoviejo ha preservado la cocina antioqueña más auténtica, con un menú que incluye desde bandeja paisa hasta tamales y sancocho. Nacido como un homenaje a la comida de las abuelas, este restaurante logró posicionarse como uno de los referentes de la gastronomía típica paisa en Medellín, especialmente en su sede original en el Poblado y luego en otros puntos de la ciudad. Su decoración, inspirada en la vida campesina, también refuerza ese ambiente de hogar tradicional.
Mimo’s, el helado que conquistó el país: En 1971 nació en Medellín Mimo’s, la marca que revolucionó la forma de consumir helado en Colombia. Su helado suave con cobertura crocante se convirtió rápidamente en una sensación y logró expandirse a más de 200 puntos en todo el país. Para muchos, el Mimo’s fue el primer helado que probaron en la infancia y el preferido en cada celebración.
Versalles, sabor argentino con alma antioqueña: Desde 1961, el Café Versalles, ubicado en plena Junín, ha sido punto de encuentro de intelectuales, políticos, artistas y ciudadanos del común. Fundado por el argentino Ignacio Pulgarín, el lugar trajo a Medellín el sabor del tango y de las empanadas argentinas, pero también se convirtió en un símbolo del centro, del tinto servido en pocillo blanco y del diálogo espontáneo que solo se da en Medellín.
Mondongos, tradición antioqueña: En 1976 abrió sus puertas el primer Mondongos, con una propuesta clara: honrar uno de los platos más representativos de Antioquia. Desde entonces, su mondongo servido con arroz, arepa, aguacate y banano se volvió una experiencia obligada tanto para locales como para turistas. Hoy tiene sedes en Medellín, Bogotá y hasta en Miami, pero conserva la esencia que lo hizo famoso: el sabor casero y la atención cercana.
Estas marcas no solo han sobrevivido a las modas y las crisis económicas, sino que han sabido reinventarse sin perder su esencia. Son patrimonio emocional de la ciudad, parte de su memoria viva y de sus tradiciones más queridas.
Y junto a ellas, también vale la pena recordar otras marcas paisas que marcaron historia, como El Astor del centro, el tradicional restaurante San Carbón, la fábrica de dulces La Antioqueñita o el restaurante El Rancherito, son testimonio de una región que ha sabido emprender con sabor, identidad y memoria.
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