Ya está claro que las intenciones de la ministra Vélez no son honestas con el país. Y si debe irse por su falta de preparación, debe hacerlo más por sus ideas.
Por: Saúl Hernández Bolívar
Hay personas tituladas que además tienen postgrados, maestrías y doctorados, pero no saben nada o dejan muchas dudas acerca de su formación. Otras, en cambio, más escasas, no ostentan títulos rimbombantes ni demasiados cartones, pero su sapiencia en diversas áreas es notoria. Las primeras nos dan cuenta de la mediocridad de la academia, hoy convertida en fábrica de grados y birretes. Las otras muestran la valía del aprendizaje empírico, del ejercicio autodidáctico como respuesta a un interés genuino por el conocimiento.
De un ministro no solo se espera que tenga cartones —ojalá muchos— sino que tenga amplios conocimientos de su cartera, para lo que tal vez habría que cursar estudios en el área y estar imbuido en el tema por muchos años. Ambas cosas son importantes. En el caso de la señora ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, encontramos una persona que no tiene estudios en el área y cuyo interés por el tema es contrario al que tiene el país en general. Así, el resultado no puede ser peor.
En efecto, la señora Vélez estudió filosofía en la Universidad Nacional, lo que no la convierte en «filósofa» porque en esa carrera lo que se aprende son las corrientes filosóficas surgidas del pensamiento de verdaderos genios que sí merecen llamarse «filósofos» precisamente por aportar visiones novedosas sobre diversos aspectos de la realidad. Los otros estudios de esta señora son sobre geografía, que de alguna manera muy tangencial pueden tener algo que ver con el tema minero.
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Pero lo verdaderamente grave es que el interés de Irene Vélez en el sector es de puro activismo político en contra de la minería; no en vano se ha dicho que parece como si fuera otra ministra de Medio Ambiente, con el agravante de que Petro nombró a un reconocido activista antiminería, como Álvaro Pardo, en la dirección de la Agencia Nacional de Minería. Y con este son varios los nombramientos de personas que son enemigas de aquello que van a dirigir. ¿Eso es lógico o es que Petro busca acabar con todo?
Como si fuera poco, en las redes sociales y medios de comunicación ha circulado información que trasciende el activismo medioambiental de la señora Vélez y la presenta como una defensora de las Farc que hasta se atrevió a llevar a sus estudiantes de la Universidad del Valle a campamentos guerrilleros para que los jóvenes dialogaran con los subversivos sobre los acuerdos de paz y estos limpiaran su imagen con un claro discurso de adoctrinamiento. Los videos no mienten.
Pero aún si la ministra Vélez contara con todas las credenciales académicas y morales para desempeñar el cargo, tendría que estarle explicando al país si ya está aplicando su teoría sobre el «decrecimiento» y poniéndole talanqueras a la extracción de recursos como el carbón, el petróleo y el gas. Esto porque hasta ahora no se les ha aclarado a los colombianos qué pasó con el yacimiento de gas Uchuva-1.
Resulta que el 29 de julio, Ecopetrol y Petrobras anunciaron el hallazgo de un gigantesco pozo de gas en el mar, frente a Santa Marta, que extendería notablemente nuestras reservas, hoy calculadas para ocho años. Sin embargo, el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal denunció hace poco que el pozo fue abandonado y sellado con toneladas de cemento, y sugiere que la orden vino de arriba mientras Ecopetrol aduce que se trata de un asunto rutinario en tanto se hacen nuevas perforaciones.
Ojalá sea cierto lo que dice Ecopetrol, pero ya está claro que las intenciones de la ministra Vélez no son honestas con el país. Y si debe irse por su falta de preparación, más debe hacerlo por sus ideas.
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