En los dos años que lleva el actual Gobierno, encabezado por el presidente Gustavo Petro, se han nombrado un total de 37 ministros y 54 viceministros. Actualmente, el gabinete cuenta con 19 ministerios, uno más que al pasado Gobierno, adicionando el «Ministerio de la Igualdad y de la Mujer». Esta alta rotación ministerial ha sido justificada por el presidente Petro, quien ha señalado que «el cambio en el gabinete se debe principalmente a que estamos en la mitad del Gobierno de Petro y es necesario hacer una evaluación».
La percepción de si el país está bien o mal bajo esta administración depende en gran medida de la visión de cada persona. Sin embargo, como para poner ejemplos, es innegable que, en temas de seguridad, el Gobierno no ha dado la respuesta esperada. Las estadísticas muestran un aumento en los índices de homicidios, hurtos, extorciones, etc. En cuanto a infraestructura, el panorama tampoco es alentador. La inversión en este sector ha sido insuficiente, como se evidencia en la caída de puentes y el mal estado de diversas vías.
Es importante reconocer que este Gobierno heredó un país con una deuda pública considerable, lo cual ha limitado muchas de las acciones que podrían haberse tomado para el desarrollo nacional. No obstante, ha habido un mayor acercamiento a poblaciones que históricamente han estado marginadas por administraciones anteriores.
Del mismo autor: Colombia: Un país atrapado por la corrupción
Evaluar la labor de los ministros que han pasado por este Gobierno es una tarea compleja. Desde mi experiencia en el sector privado y con relaciones con el sector público, es crucial que la conexión entre ambos sectores sea firme y sólida para el bien del país. La constante rotación de funcionarios dificulta la implementación de procesos legales, económicos y sociales, y genera un desgaste significativo para el sector privado, que debe adaptarse a esos reiterativos cambios.
Por un lado, se ha observado una serie de decisiones que parecen reflejar inexperiencia e improvisación por parte de algunos ministros, lo cual ha tenido consecuencias como la pérdida de los panamericanos en este año y en entre otras más acciones que han dejado muy mal a ellos. Por otro lado, algunos ministros han demostrado competencia, pero no han logrado una alineación clara con las directrices del presidente.
Ante estos desafíos, los nuevos ministros, las doctoras Ángela Buitrago, Martha Carvajalino, María Constanza García y el doctor Juan Fernando Cristo, enfrentan un reto importante. Es crucial que estos cambios en el gabinete realmente contribuyan a una mejora en la gestión gubernamental y no se conviertan en simples movimientos tácticos sin un impacto positivo duradero.
El éxito de este Gobierno dependerá de su capacidad para estabilizar su equipo de trabajo, enfocarse en soluciones concretas y recuperar la confianza tanto del sector privado como de la ciudadanía en general. Los cambios pueden ser beneficiosos, pero solo si se traducen en acciones efectivas y coherentes con las necesidades del país.