Narcotráfico, primer acuerdo sobre lo fundamental

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Por: Rafael Nieto Loaiza


Duque propuso un gran acuerdo sobre el narcotráfico. El narcotráfico sigue siendo el más grave y peligroso de los problemas que sufrimos. Nunca hemos tenido más narcocultivos que ahora (209.000 hectáreas a 31-12-17) y nunca ha sido tan alta la producción de cocaína, 1.379 toneladas para ese año. Las cifras no pudieron sino haber aumentado, y mucho, para fines de 2018, porque no ha mejorado ninguna de las variables.

Los narcocultivos siguen expandiéndose porque a) sigue prohibido el uso del glifosato, b) no hay sustituto actual para ese herbicida, c) la erradicación manual es mucho más lenta, costosa y peligrosa, d) el conflicto armado sigue vivo, los frentes de las Farc más involucrados con el narcotráfico nunca se desmovilizaron, el Eln se volcó al negocio tras el acuerdo con las Farc y los carteles siguen siendo poderosos, e) al menos un sector de la comandancia de las Farc siguió involucrado en el negocio, y el número de reincidentes está creciendo, f) la política de sustitución de cultivos fracasó. El PNIS fijó una meta de 50.000 hectáreas en un año, a partir de mayo de 2017. 8 meses después se habían sustituido 16.574, g) los homicidios en 52 municipios de sustitución crecieron un 30% en el 2018, h) está aumentando la demanda interna. Entre 2013 y 2017 el consumo de coca se duplicó, i) el aumento del precio del dólar incentiva la exportación de coca y genera muchos mayores ingresos a los productores.

Finalmente, j) el Estado no ha logrado estructurar una política integral contra el narcotráfico y, no es menos importante, k) se mantienen todos los incentivos perversos al narcotráfico que se establecieron en el acuerdo con las Farc.

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La lucha no está perdida. Durante Uribe los narcocultivos bajaron más de un 60%, a 63 mil hectáreas, y la producción de coca cayó de 680 toneladas a 290. Pero lo ganado entonces no solo se revirtió sino que se triplicó, con inflexión en el 2014. Desde entonces ha venido el desastre. Como consecuencia, el año pasado hubo 392 asesinatos más que en el 2017, un 3.25% más. El 55% de los crímenes ocurridos el año pasado estuvieron asociados “a disputas entre estructuras criminales”, la mayoría vinculada de una u otra forma al narcotráfico y al control de los territorios en zonas de desmovilización.

Vamos hacia el abismo. Nos estamos jugando el futuro. ¿No es acaso la hora de la grandeza y de, al menos, un primer acuerdo sobre lo fundamental?

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