Es un asunto de altísima importancia en materia de seguridad nacional, que para el escrutinio público es innecesario. Pero la información responsable y verídica recomienda urgentemente la compra de aviones de combate.
Confidencial
Existen una dimensión de opinión pública que considera absolutamente innecesario comprar aviones de combate; lo consideran por hechos superficiales que no son tiempos de guerra, que primero hay que invertir en temas de pobreza, educación, salud y no subir impuestos. Creen que es una compra que se hace de manera corriente como llamar a una compañía y hacer la transferencia.
La realidad es que ha existido una información extremadamente precaria, incompleta y muy irresponsable por parte de congresistas y otros lideres, quienes para justificar la baja de la reforma tributaria y para justificar los movimientos sociales que han hecho parte del paro nacional han usado esta compra para hacer comparaciones odiosas y ventajistas. Cuando la mayoría de la opinión pública no sabe lo que requiere un país en tema de seguridad aérea.
Solamente existe una empresa privada que lleva mucho tiempo haciendo distintas ofertas al gobierno colombiano para que accedan a un nuevo programa de aviación, se trata de la empresa Saab. Ellos, si fuese el caso que sean los escogidos para proveer a Colombia con estos aviones, ofrecen un programa que va amarrado a años de mantenimiento, distintos planes de pago e incluso distintas clausulas confidenciales.
Colombia, como lo ha hecho siempre, ha recurrido a compras de aviones de segunda mano. Así fue a finales de los 80 cuando compró los aviones K fir de segunda mano a Israel, y también fue igual en el 2008 cuando se consolida la segunda compra de por el entonces ministro de defensa de Uribe, Juan Manuel Santos, quien para ese momento repotencializó 11 aviones ya existentes y se compró de segunda mano otros 13 aviones.
En total todo el conjunto de aeronaves colombianas tienen más de 30 años. Además, este año, Colombia tuvo que dar de baja varios aviones de Combate K fir debido a su obsolencencia.
Sumado a este incompleto arsenal de aviones de guerra, recientemente, tuvimos otra violación del espacio aereo colombiano, por cuenta de un avión ruso que, como en el pasado, sobrevoló Venezuela y luego entró a Colombia, donde tuvo que ser interceptado por los aviones actuales. Los aviones K Fir, que actualmente posee el gobierno colombiano, tienen sus horas contadas y el riesgo que Colombia tiene de quedarse sin defensa es gigantesco.
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Los aviones de guerrra no son para Shows, tampoco son para incentivar ningún conflicto bélico con otros paises, todo lo contrario. Chile ha hecho compras de aviones F-16, ha comprado aviones nuevos y otros usados. Venezuela que fue el país que hizo una mayor inversión en este tópico durante los tiempos de Hugo Chavez compró más de 26 aviones Rusos Sukhoi. Brasil tiene también un importante parque de aeronaves, tiene un combinación de cazas F-5M y también el Gripen NG, que es el avión de Saab que se le ofrece a Colombia.
Por otro lado, Colombia tiene el mayor inconveniente en cuanto a su vecino Venezuela y sus lazos con Nicaragua, ambos paises con importantes conexiones con Rusia. País con el que Colombia ha tenido varios problemas diplomáticos en los últimos años, desde la expulsión de esos diplomáticos y la no negociación de vacunas de este país. Colombia, incluso, está por detrás de la fuerza aerea Peruana.
Los aviones de guerra no solamente brindan apoyo táctico a las operaciones en tierra y mar, sino que siendo Colombia el mayor productor de Coca en el mundo, tiene que combatir el narcotráfico.
Colombia no está buscando la compra de aviones sumamente costosos, cada uno de aviones costaría en promedio entre los 16 y los 20 millones de dolares. El cambio toma tiempo, no solo se necesita hacer la contratación de manera objetiva y con la mirada a largo plazo, sino que Colombia ante esa dificultad que tiene para recurrir a las empresas privadas porque saldría más costoso, su camino más viable es una negociación directa con el gobierno de los Estados Unidos.
Estados Unidos invierte cada año una cantidad importante de dinero en Defensa para Colombia porque le interesa que Colombia tenga defensa aérea y no solo por las situaciones con Nicaragua y Venezuela, también por otras amenazas que existen como el narcotráfico.
Esa es la opción más barata para el país, un F-16 podría costarle 14 millones de dolares, mientras que los aviones europeos podrían llegar a costar hasta 100 millones de dolares.
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Tiene que existir una cruzada por parte del gobierno nacional para garantizar una transición económica que permita al país tener un parque entre 24 y 40 aeronaves.
Los ciudadanos tienen que entender que no contar con una serie de aeronaves que permita mayor efectividad en la operaciones, defensa de la soberanía, permitir operaciones conjuntas con otros paises y atacar amenazas que todavía existen como las guerrillas y grupos criminales que están asotando distintos sectores del país, tiene un costo muy alto para la ciudadanía de forma permanente y creciente en el tiempo.
Lo peor es que se llevan 5 años haciendo este plan de transción y cuando finalmente se va dar, entra en el peor escenario para el presidente y el país es absolutamente ignorante en este tema. No hay que esperar a estar en combate o para recibir un ataque o tener alguna otra crisis para salir a comprar aviones. Se crítica la operación conjunta con Estados Unidos, para que opere desde Colombia, pero tampoco se permite que la fuerza aerea militar colombiana tenga defensas propias.
Esto no es algo que esté pasando únicamente en Colombia, en Finlandia están en este momento haciendo las operaciones finales para comprar 64 cazas para suplir la flota de F-18, unos completamente mejores a los que tenemos nosotros y para este país que nunca se ha caracterizado por ser guerreristas ya están en estos trámites. La inversión será hasta de 10.000 millones de euros.
Canada también es otro país que está renovando su parque de defensa aerea. Colombia, sea con este presidente, o el siguiente, debe suplir esta necesidad. Está en mora, en tiempo límite para renovar su flota aérea de defensa.