No más limosnas en las calles

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EDITORIAL

Desde hace varios días se ha promovido en las redes sociales varios carteles con mensajes en donde se invita a las personas a no dar limosnas a las personas que tengan niños consigo en los semáforos o cambuches. Desde este medio nos unimos a ese llamado.


No hay que realizar estudios profundos para encontrar la verdad sobre la mafia y el oscurantismo que se mueve en la recolección de dinero en las distintas calles de Medellín. Es una mafia totalmente identificada, permeada por las estructuras ilegales, que ha caído en uno de los pasajes más oscuros que cualquier persona pueda recurrir, y es utilizar niños para un fin personal.

Y es que se ha vuelto normal observar cómo las personas cada vez tienen menores de ocho años para obtener mejores ganancias en sus ‘actividades semafóricas’, las cuales son rudimentarias y criticables, pues no se entiende cómo en Colombia cuando se ha garantizado una educación completa para los niños cuando existen programas como de Cero a siempre, aún se sigue permitiendo que menores de edad estén en las calles siendo explotados.

A lo anterior se une algo mucho más oscuro que pocos se atreven a mirar, y es la explotación sexual de menores, que también sucede en varios puntos de la ciudad, incluso en estratos altos. Hoy los niños están siendo víctimas de una cadena delincuencial que aprovecha la lástima que los niños pueden generar para que más incautos en los semáforos sigan dando dinero a estas personas, pues lo que hacen realmente es financiar estructuras ilegales que están atentando contra los derechos básicos de los menores.

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También, y no menos importante, es preocupante lo que sucede con algunas comunidades indígenas que están presentes en la Avenida El Poblado en la ciudad de Medellín. Ha tomado este corredor como su casa, se tumban en cualquier andén, riegan algunos trapos, desnudan a sus niños, hacen sus necesidades fisiológicas en vía pública y son pidiendo dinero desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche escudados en su condición de indígenas, y claramente eso les genera cierto blindaje que no les permite ni cuestionarles ni mucho menos reprenderles con acciones que intenten detener esto.

Las personas del común de todas las ciudades del país tienen que entender que entregar dinero en las semáforos a estos individuos que tienen niños, no se les admitirá más estas actuaciones. Se le debe solicitar a las autoridades que sean más contundentes a la hora de actuar; que no les dé miedo intervenir con el fin de garantizar que la dignidad de nuestros niños no se vean más vulnerados. Crean que si estar en un semáforo no fuera rentable, estos estuvieran libres en toda la ciudad.

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