No van a poder

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Por: Andrés Gaviria

Mucho tiempo ha pasado y la paciencia se agotó, no creí que las ganas de destruir fueran tantas, incluso, cuando se ha conseguido todo lo propuesto. Ofrezco excusas por no publicar la columna prometida sobre el tranvía de la 80, pero razones personales muy fuertes me producen la necesidad de escribir sobre algo que realmente no soporto más.

El trabajo arduo que se realiza con el fin de lograr los principales propósitos en la vida, no tiene por que molestar a nadie, sino se violan los derechos de los terceros. Cada uno camina por un sendero en donde va escogiendo de que quiere llenar su vida, que quiere desechar, y fuera de eso, como y de que manera quiere conseguir esas metas.

He sido blanco de numerosas criticas, muchas injustas, sin criterio, sin argumentos solidos; casi siempre palabras llenas de odio, rencor y envidia; toda una energía concentrada en acabar con lo que se pueda en mi y mis alrededores. Han desfilado uno tras uno, los distingo a cada uno, conozco por qué lo hacen, como lo hacen y en compañía de quien lo hacen.  No les funcionaron las amenazas, los chismes me hicieron perder la amistad de un gran amigo, las mentiras han creado una imagen falsa de mi, además de querer seguir alejándome de mis amigos, como casi lo logran una segunda vez, inventando correos electrónicos y cadenas en redes sociales, poniéndome incluso un alias, mientras todos se reunían en la tomatera para ver como me hacían caer. A cada uno los tengo identificados, al dinosaurio de un viejo blog que se prestó para apretar el gatillo pero falló, a los que en la mañana se juntaron en la “suma de los peores” para dar larga y hacer camorra con esa infamia. No pudieron, los descubrieron y recurrieron a esconderse, como unos animales cobardes.

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La tomatera, en el mismo lugar donde una hábil dama copió un buen formato, ahora de manera muy cómoda tiene el control de dos escenarios, claro que solo puede tomar uno, pero su nuevo querido ahora también sabe de medios de comunicación, milagrosamente.

Antes de esto ejecutaron otra “estrategia”, les funcionó, hay que aceptarlo, le inventaron cuentos y bombardearon con oprobios contra mi, Augusto les creyó. Una lastima, lo creía más preparado. Siempre han operado como roedores, pero eso sí, nunca dando la cara, por el contrario, escondiéndose cada vez que me veían. Pero, ¿cómo perder de vista dos bolas coloridas, alegóricas y realmente despreciables?.

Ahora, en este preciso instante, continúan con una nueva campaña, iniciada desde enero, pero esta vez con la mira en alejarme de otro amigo, uno al que visité hace pocas horas en su despacho, quien me conoce hace más de 20 años y de quien nunca me he alejado; mis convicciones y lealtad, no me lo permiten.  El, como buen bufón logro colar a su hábil mandadera en un buen cargo, pero siempre con la idea de que fuera el quien manejara ese cargo. Por allá se pasea el obeso dando ordenes, gritando, interviniendo hasta en la cocina, solo por las ansias de sentir “poder”.

Ya hasta en carros oficiales lo tienen que transportar, buena esa, ternero del erario público, quien no solo vacuna corporados, sino que también cree que el crear medios y mas medios le servirán para triplicar su facturación, pero está equivocado, somos vigilantes. Ni el nefasto abogado que se tiró en una campaña exitosa lo podrá salvar, por más “socios” que sean.

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El piso 6 tiene oídos, el celular aún no es seguro, ni siquiera los mismos con quien se reúne casi a diario la tienen en buen concepto, ella inocentemente da palos de ciego, ahora tratando de envenenar a un buen señor quien hace poco se estrenó en un cargo. La obesa, copiando lo mejor de su maestro (literalmente), también recurre a la mentira y al veneno, con lo que ella no cuenta es que de todo me doy cuenta. Y que el, siga inocente y descaradamente defendiendo desde un portal que lo ven 20 tartufos a su pareja, proclamándola como la “salvadora”.

Por ultimo les digo, sé cada paso que dan, conozco cada enredo que hicieron, cada jugada para poder sacar más y más. A su lado, un señor con pinta de loco, que roba imágenes y aún no define su hombría. Si, ¿les quedó sonando?, conozco el enredo del canal. Tranquilos, a todo marrano, en especial a ustedes, les llega su diciembre.

No siendo más, repican las campanas de guerra y no tengo temor a atacar, además una frase para esa envidia que los acompaña;

Con los ladrillos que me lanzaron para verme caer, me estoy construyendo un castillo…