El ministro de Hacienda anunció en el Congreso que el Gobierno presentará una Reforma tributaria bajo la figura de Ley de Financiamiento que busca recaudar $26,3 billones. La propuesta busca ajustar beneficios del IVA, aumentar la progresividad en renta y patrimonio, y gravar con más fuerza el consumo de licor, tabaco y productos con impactos negativos en la salud y el medioambiente.
¿Qué busca la Reforma tributaria y por qué ahora?
La Reforma tributaria llega en un momento en el que el déficit fiscal, la caída en la confianza de los inversionistas y la necesidad de financiar programas sociales ponen presión a las cuentas públicas. El Gobierno asegura que la medida no es un simple parche, sino el primer paso hacia un “Pacto Fiscal” que permita estabilizar las finanzas y generar mayor equidad en la tributación.
El documento presentado por Hacienda concentra sus cambios en varios frentes: el IVA, los impuestos al consumo de licor y tabaco, la renta y el patrimonio, y los tributos ambientales y saludables. Todos son temas sensibles tanto en términos técnicos como en sus efectos para consumidores y empresas.
Reforma tributaria y el IVA: depurar exenciones y revisar privilegios
Uno de los puntos más discutidos de la Reforma tributaria es el IVA. El Gobierno sostiene que muchos de los beneficios vigentes terminan favoreciendo más a quienes tienen altos ingresos que a los sectores vulnerables. Por eso, plantea revisar las exenciones y exclusiones, en especial en bienes y servicios de consumo suntuario.
La dificultad es evidente: si la depuración no se hace con cuidado, los ajustes pueden terminar encareciendo productos de la canasta básica y golpeando a la clase media, pese a que el Gobierno dice que no será asi. Hacienda insiste en que la intención no es gravar alimentos o transporte, sino eliminar privilegios mal focalizados y fortalecer los mecanismos de devolución de IVA para hogares pobres.
Licor y tabaco: más impuestos para cubrir costos de salud
Otro eje de la Reforma tributaria es aumentar los impuestos al consumo de licor y tabaco. La justificación es clara: se trata de productos que generan altos costos en salud pública y pérdidas en productividad. La teoría económica respalda este tipo de tributos, conocidos como “pigouvianos”, diseñados para desincentivar consumos nocivos.
Sin embargo, Colombia enfrenta un problema recurrente: el aumento de impuestos al licor y al cigarrillo suele disparar el contrabando y la venta de productos adulterados. Expertos advierten que cualquier medida debe venir acompañada de mayor control aduanero y trazabilidad, de lo contrario, el impacto real en la salud y el recaudo puede diluirse.
Renta y patrimonio: hacia una mayor progresividad
El Gobierno también plantea que la Reforma tributaria incremente la progresividad en los impuestos sobre la renta y el patrimonio. Esto significa que quienes tienen más, deberían aportar más. La discusión se centra en depurar exenciones y beneficios que favorecen a ciertos tipos de rentas, especialmente las de capital, y cerrar espacios de elusión que reducen la base gravable.
El impuesto al patrimonio, que genera debate por su impacto en la inversión, podría mantenerse con umbrales altos y temporalidad definida. No obstante, gremios empresariales han señalado que, si no hay reglas claras y estables, la medida puede incentivar la salida de capitales o la búsqueda de vías legales para reducir la carga.
La Reforma tributaria también se propone fortalecer el impuesto al carbono y avanzar en los llamados impuestos saludables, como los aplicados a bebidas azucaradas o alimentos ultraprocesados. En el caso del carbono, el objetivo es alinear la política fiscal con la transición energética, estableciendo una tarifa creciente y predecible. Sin embargo, esto resulta altamente crítico para este sector que ha perdido productividad y que se encuentra en estado crítico en Colombia.
¿Un verdadero pacto fiscal o solo más recaudo?
La pregunta de fondo es si esta Reforma tributaria representa un verdadero pacto fiscal o simplemente otro esfuerzo de recaudo. Aunque los anuncios incluyen elementos de equidad y sostenibilidad, muchos analistas advierten que el énfasis está puesto en impuestos fáciles de cobrar —como el IVA y los tributos al consumo— mientras que los problemas estructurales, como la evasión y la eficiencia del gasto público, siguen sin resolverse.
El éxito de la iniciativa dependerá no solo del diseño técnico, sino de la capacidad del Gobierno para explicar cómo se usarán los nuevos recursos y garantizar que la carga no termine, una vez más, recayendo sobre la clase media y los consumidores formales.