La ciudadanía decidió la nueva composición del Parlamento nacional en unas elecciones en paz y, aunque todavía no ha sido instituida, estamos por un buen camino para hacerlo. Las elecciones libres y democráticas contribuyen en ese sentido.
Actualmente, el centralismo nos impide una profunda democratización política de la representación parlamentaria para parecer lo que somos: un país de regiones.
Ha sido elegido el Parlamento nacional con ciertos matices políticos, en un contexto de una democracia constitucional imperfecta, en un sistema electoral no proporcional y equitativo en el que se dificulta la representación de las minorías. Los matices políticos se caracterizan por una combinación entre la personalización de la representación política y la presencia de partidos políticos tradicionales y nuevos nacidos del fraccionamiento de los anteriores.
Partidos políticos con líderes fuertes que marcan con su presencia el escenario interno de esas organizaciones y de la democracia. Este modelo de liderazgo influye negativamente en el sistema interno de los partidos y de la sociedad civil. Afecta a la democracia porque la organización interna de los partidos deben estar marcadas por la igualdad y el pluralismo de la membresía.
No se puede olvidar que Kelsen enseña en Esencia y valor de la democracia: “La democracia moderna descansa, puede decirse, sobre los partidos políticos, cuya significación crece con el fortalecimiento progresivo del principio democrático”.
En esta perspectiva nacional se requiere de una reforma que democratice los partidos políticos, como un medio para democratizar la vida y para debilitar las estructuras rígidas del sistema de partidos porque no hay que pasar por alto que estos no solo son la esencia y el valor de la democracia, sino que el Estado moderno es un Estado constituido por este tipo de organizaciones. Este aspecto siempre tiene que ser resaltado, como lo dice el jurista español de grata presencia en Venezuela, Manuel García Pelayo: “El Estado de partidos es, como hemos visto, una consecuencia politológica del Estado democrático en las condiciones de nuestro tiempo…”.
Al lado de la reforma constitucional a los partidos políticos, el Parlamento nacional tiene que ser mejorado para darle vía libre a los Congresos regionales y así federalizar el país. Un parlamento que se libere de un conjunto de competencias legislativas y las traslade a los regionales a crearse constitucionalmente.
Necesitamos un Parlamento nacional que en un acto de grandeza contribuya con su reforma a las condiciones que hagan posible la paz, como es federalizar el poder político como lo enseña Kant.
Estos temas descritos hacen parte integrante de los grandes retos del nuevo Parlamento nacional. Retos que son necesarios asumirlos para abrirle camino a una democracia fuerte con instituciones representativas altamente legitimadas por la sociedad civil. Retos que deben ser asumidos con grandeza, generosidad y con gran ingenio y agudeza para contribuir a un país en paz y con democracia, libertad, justicia social y paz en la que reine la cultura de los derechos humanos.