Oportunidad inmejorable

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Si Iván Duque es electo presidente, sería una muy buena oportunidad para lograr el consenso sobre temas fundamentales.


Por: Miguel Gómez Martínez

a planeación es indispensable cuando hay escasez de recursos. En Colombia hemos ido desfigurando el papel que tiene en el manejo económico. De hecho, en el país es imposible definir nuestro modelo económico. No se conocen cuáles son las prioridades nacionales que deberían estar alineadas con nuestras fortalezas y posibilidades.

El Plan Nacional de Desarrollo, previsto por la Constitución en el Título XII, capítulo segundo, no es un documento con una visión de mediano y largo plazo. Se parece más a un plan de gobierno, aunque no incluye sino algunas áreas de ejecución. En realidad, lo que tenemos en Colombia es un plan de prioridades del cuatrienio. Nada más. El documento general, y el plan de inversiones plurianuales que lo acompaña, es una guía para el gasto público en ciertos temas que el gobierno de turno considera son de mayor importancia.

El Consejo Nacional de Planeación, que debería ser un órgano de primer nivel, es un ente que no tiene mayor importancia y cuyo papel es marginal. Se pierde, entonces, la posibilidad de contar con un centro de reflexión permanente que fije derroteros estratégicos para mejorar la capacidad de la economía de generar bienestar. Si tuviéramos una verdadera estructura de planeación podríamos contar con políticas de Estado que trasciendan los objetivos de una administración.

Un país necesita definir una serie de objetivos expresados en políticas que sean fruto de un consenso amplio. La paz de Santos, que debería haber sido el resultado de un gran acuerdo nacional, es un buen ejemplo de lo que sucede cuando se quiere forzar a una parte de la sociedad a aceptar a las malas la visión de la otra. Cuatro años sin reelección, que es lo que dura un mandato en Colombia, es un tiempo muy breve. Si cada mandatario modifica el rumbo del país para tratar de dejar su huella, lo que tenemos es un zigzag permanente que no nos permite avanzar. Temas como la seguridad, la independencia de la justicia, las relaciones exteriores o la defensa nacional, deben ser los menos politizados, pues lo que está en juego son los intereses de la Nación. Hay asuntos como la competitividad, el modelo de educación, la inversión en infraestructuras fundamentales, los temas tributarios, en los cuales la estabilidad y continuidad de las acciones estatales es indispensable.

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Si Iván Duque es electo presidente, tendrá a su favor el respaldo de un amplio grupo de fracciones políticas. Sería una muy buena oportunidad para lograr ese consenso sobre temas fundamentales que nos permita pensar y actuar en el mediano plazo. Además, sería una ocasión inmejorable para romper la agobiante polarización que heredamos de Santos y que tanto desgaste ha significado. No se trata de anular la oposición ni de regresar al Frente Nacional. Lo que debemos es elevar algunos asuntos a un rango en el cual no los afecten la normal lucha inevitable por el poder. Es lo que los británicos llaman agreement on fundamentals, y que Álvaro Gómez Hurtado denominada ‘un acuerdo sobre lo fundamental’.

La economía sería la más beneficiada de un consenso de este tipo. Muchas de las urgentes reformas que requerimos no pueden adelantarse sin unas políticas de mediano plazo. Solo de esa forma pueden ser eficaces y permitirían la modernización de nuestras instituciones y estructuras obsoletas.

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