Otra vez, otro proceso de paz con las Farc

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Los colombianos vamos a perder la cuenta del número de oportunidades que se les dan a los bandidos y terroristas en Colombia, para que le demuestren al país que si tienen voluntad de paz. El problema es que seguimos premiando a los delincuentes y castigando a la ciudadanía de bien.


EDITORIAL

Entendería la naturaleza de un dialogo, un proceso de paz y una firma de un acuerdo, en una sociedad en la que se tuvieran pequeños conflictos bélicos. Quizá uno, dos, a lo mejor tres. El problema o la pequeña diferencia en Colombia es que con el ELN llevamos más de siete procesos de paz y con las Farc estamos muy cerca a ese número. La pregunta es: ¿Cuántos procesos más se necesitan para desmovilizar a esta guerrilla?

Lo que quedó de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc es que unos pocos de desmovilizaron, en el Congreso de la República quedaron sus cabecillas, otros se quedaron en algunas posiciones regionales, otros lastimosamente reincidieron en el crimen y desde luego, hay un número de firmantes de paz que han sido atacados por organizaciones desconocidas hasta el momento.

La imagen que Colombia vio el pasado domingo 16 de abril, en la que alias “Iván Mordisco” se desplazaba en los Llanos del Yarí con una comisión bastante amplia, con cámaras, sus soldados guerrilleros y posaba para distintos medios, pues hizo devolver al país a las épocas del Caguán. Las mismas fachas pretensiosas, la prepotencia y el orgullo.

El año pasado Iván Duque manifestó que “Iván Mordisco” había sido neutralizado; uno de los tantos errores que se cometieron en ese Gobierno. Lastimosamente no fue neutralizado. Muy bien armado llegó con su fusil, tabor de 900 cartuchos y “Mordisco” hoy es un bandido, un delincuente que se volvió a sentar con el Estado para negociar nuevamente.

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Allá estuvieron en una tarima haciendo una parada militar quienes nunca creyeron en el Proceso de Paz y que hoy han delinquido, asesinado a policías, militares, ciudadanía, han cobrado extorsiones y son narcotraficantes.

Creemos como medio de comunicación que todos los esfuerzos de paz son bienvenidos, que todas las conversaciones que se puedan tener en torno al sostenimiento son acogidas de la mejor manera, pero lo que no creemos es que se pueda tolerar más la claudicación del Estado ante los criminales. ¿Cuántos delincuentes más tienen que someter al Gobierno colombiano y no el Gobierno a ellos?

Es un pésimo incentivo para cualquier sociedad y no solamente es desgastante, sino que tiene respaldo popular porque entre el ELN y las Farc se completan más de 12 procesos de paz. Y todos sabemos que mientras que el narcotráfico sea rentable y legal en Colombia, pues muchas personas se van a quedar en ese negocio, como el ELN y las Farc que son un cartel del narcotráfico.

De manera que, si Gustavo Petro logra un acuerdo de desmovilización, porque sabemos que estamos lejos de un proceso de paz, con “Iván Mordisco” sería importante, loable y bienvenido ya que le conviene al país, pero eso tampoco va a significar que las Farc va a desparecer. Van a crear reductos mandados por otros alias y volveremos a tener otro presidente que volverá a creer en estos delincuentes para hacer la paz. O si el próximo mandatario es de otra corriente pues los combatirá que es lo que tendría que pasar.

La conclusión es que el país no tiene ánimo de escuchar más sobre procesos de paz. Colombia no cree en los delincuentes, y es un procedimiento que carece mucho de la estructura que tuvo el proceso inicial en el Gobierno de Juan Manuel Santos.

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Solo si estas disidencias demuestran que tienen real intención de paz, que tienen unos hechos verificados, unos gestos genuinos, si entregan rutas, tierras, dinero, si se desmovilizan y se someten; será la única manera por la cual esto pueda salir bien.

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