¿Para qué la educación?

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Lejos de percatarnos de los rasgos tan especiales de esta generación, desconocemos el momento singular que estamos viviendo, uno que, parafraseando a Carl Sagan, representa el último segundo de la última hora que tendrá el homosapiens como especie, pues nos encontramos justo en el borde, en el pliegue de un nuevo paso evolutivo que nos conduce a una fase que ya no es humana.


Por: Felipe Jaramillo Vélez

Con la educación se gana en cultura y autonomía, con la formación en competencias se obtienen riquezas y dependencias.

Lejos de percatarnos de los rasgos tan especiales de esta generación, desconocemos el momento singular que estamos viviendo, uno que, parafraseando a Carl Sagan, representa el último segundo de la última hora que tendrá el homosapiens como especie, pues nos encontramos justo en el borde, en el pliegue de un nuevo paso evolutivo que nos conduce a una fase que ya no es humana.

Como prueba de lo anterior está que, luego de perder el asombro y el respeto por sí mismo y por la naturaleza, remplazándolo por una ciega adoración a la tecnología, al ser humano solo queda esperar la consolidación del hombre máquina o, simplemente, la máquina inteligente, para dar la bienvenida a un nuevo paso evolutivo.

Este proceso se verifica, por ejemplo, en la pérdida de la educación como referente evolutivo del hombre; en el momento que vivimos, el hombre terminó premiando la tecnología frente a la educación, en tanto que las actuaciones que ha emprendido para conminar la pandemia se han centrado en buscar soluciones tecnológicas, dejando de lado el proceso reflexivo y educativo a través del cual se podrían encontrar soluciones a un problema que se podría controlar con un comportamiento prudente.

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Si las lecciones aprendidas de esta pandemia en materia de educación se centran en la necesidad de implementar potentes sistemas de comunicación que alejen cada vez más a los estudiantes de los campus universitarios y si no hay una reflexión previa de tipo pedagógico que nos lleve a contener el ímpetu de la fascinación por las máquinas y generando procesos que regresen al hombre su asombro por lo humano, habrá pasado mucho en estos meses y, la verdad, no habremos aprendido nada.

La educación es esencial en la construcción cultural del hombre, es por ello por lo que reducirla a la instrucción en competencias técnicas, arrinconando las humanidades y las relaciones sociales, podría ser la estocada final para el hombre biológico, lo cual no resulta absurdo cuando se toma en cuenta que la necedad humana ha destruido el medio ambiente con plena conciencia ¿por qué no habría de hacer lo mismo con la propia humanidad?

 La historia lo constata: más que constructivo, el hombre es un ser encaminado a la destrucción; más que evolucionar, lo que el hombre hace es involucionar a pasos agigantados siguiendo el camino de su propia extinción.

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