¿Para qué leer?

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“Leer nos lleva a enfrentar nuestras propias creencias, a cuestionar qué haríamos, como en las historias de Saramago, si un día todos quedáramos ciegos y cayéramos presos de un encierro vertiginoso, o cómo confrontaríamos la vida si algún día la muerte dejase de llegar…”


Autor: Orlando David Buelvas Dajud

Aún recuerdo aquella desafortunada sensación de injusticia que me persigue desde niño con la muerte de Santiago Nasar, las irremediables ganas de gritarle que por esa puerta no debía pasar, los “Condorito” de los domingos y los libros con olor a olvido que invitaban a ser leídos.

Los libros no hacen magia. Más bien, no hacen mucho más que permanecer estáticos en el tiempo y el espacio esperando ser husmeados por cualquier curioso de paso. Sus páginas se llenan de polvo y sus lomos se recrudecen, sin una verdadera utilidad práctica tangible. Pero lo cierto, es que, aunque no hagan magia; dentro de ellos hay infinidad de universos.

Cada página tiene su esencia y, por lo mismo, es una experiencia que cada persona vive de diferentes maneras. Recuerdo también, de mi niñez, las novelas de Julio Verne con sus personajes pintorescos y aventureros, conocer con ellos la estepa rusa, volar alrededor de la luna dentro de un bólido lanzado por un cañón y ser perseguido por los restos de un pobre perro a lo largo del espacio sideral, conocer la historia de Miguel Strogoff, el hombre cuyas lágrimas lo salvaron de la ceguera, y celebrar eufórico, con el libro entre brazos, el encuentro de este último con su madre. Salir de la realidad por momentos, para vivir las vidas que nos faltan por vivir.

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¿Para qué leer?, por Orlando Buelvas

Ningún libro tiene una respuesta absoluta. Más bien, la literatura se ocupa en hacernos cada vez más humanos en nuestras carencias. Leer nos lleva a enfrentar nuestras propias creencias, a cuestionar qué haríamos, como en las historias de Saramago, si un día todos quedáramos ciegos y cayéramos presos de un encierro vertiginoso, o cómo confrontaríamos la vida si algún día la muerte dejase de llegar, para que luego toda la población vote en blanco provocando una revuelta sin precedente.

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Somos humanos porque no hay una respuesta en esencia a todas las dudas que tenemos, por eso existe la distopía de un mundo sin libros como el de Bradbury, donde las ilusiones murieron hace tiempo y no queda más que trabajar para cumplir un ciclo, para ser controlados como en las obras de Orwell, por el miedo y las suposiciones venideras que nos terminan por condenar como a los personajes de Huxley colgados girando sobre todos los sentidos cardinales.

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Quién no quisiera vivir las corridas de toros junto con Jake Barnes y Ashley Brett para volver 100 años en el tiempo a aquella fiesta legendaria en la que Pedro Romero se robó el espectáculo, pisar la casa de Gatsby sin mirarlo a los ojos olvidando su propio lugar en el mundo, visitar París con Ricardo Somocurcio y trujimán, para luego pasar a la España en guerra de Robert Jordan y la triste María, viajar en el tiempo a la Roma de Virgilio mientras escribe la Eneida, alterando la historia para siempre, y hasta pasar por Grecia para confirmar si es cierto eso de que Sócrates estaba estudiando latín justo antes de tomar la cicuta.

Conocer a Diógenes de Sinope y su burla a Alejandro Magno, salvar la vida de algún bebe Espartano lanzado por sus padres desde un risco, embarcar con una tripulación de estos guerreros y beber el agua del mar hasta que éste baje su nivel, cruzar el Magdalena acompañado por Florentino Ariza y la mujer de su vida, junto con un capitán celoso por la fauna y alcahueta, pasar por Venecia y enfrentar la pandemia con la excusa del siroco, y escrutar los pasillos de los cuentos de Poe.

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La literatura es una protesta contra nuestra realidad. Es poder experimentar las desgracias ajenas, conocer la frustración que no nos ha tocado. Es el arte de vivir a través de otro en un grito de libertad solemne que se esconde entre las letras ajenas de escritores que nunca morirán. Solo a través de los libros podemos conocer lo mucho que la ignorancia nos esconde, entender a quienes luchan contra otras suertes que no conocemos. Por eso leer es mucho más que recitar oraciones seguidas.

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