Este contenido hace parte de 360 Revista en su cuarta edición, la cual se distribuyó en las principales ciudades del país.
Por: Santiago Echavarría Escobar Director del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia – CTA
Siempre me han gustado los dichos, envuelven mucho conocimiento, me conectan con la infancia y me proyectan al futuro.
El año 2020 está a la vuelta de la esquina, nuestros nuevos gobernantes locales, los que elegimos democráticamente y que, a partir del 1 de enero se encontrarán de frente con preguntas de todo tipo sobre un bello país asimétrico, que persigue el siglo XXI y en algunos casos vive el siglo XIX. Si bien las respuestas son de diversa índole, soy un convencido que desde el conocimiento interdisciplinar se puede y se debe aportar, por tanto, espero una ciudadanía e institucionalidad cargada de energía positiva -obviamente renovable- para contribuir en esa búsqueda incesante de desarrollo, que claramente tiene el apellido sostenible como imperativo, y que más que respuestas perfectas deberá continuar colectivamente haciéndose las preguntas correctas. Es que el que busca, encuentra.
Bacano saber que cada vez hay más personas que hablan de ODS, cuarta revolución industrial, 2° C del cambio climático, internet de las cosas, envejecimiento de la población, insights, articulación, agricultura de precisión, transformación digital, cocreación, ecosistemas, emisiones PM 2.5, robótica, intraemprendimientos, habilidades del siglo 21, transversalidad, modelos de negocio, STEM, coeficiente Gini, pensamiento exponencial, antropoceno, innovación transformativa, neurotecnologías, en fin, un inmenso arsenal de términos y tecnologías que llegaron para quedarse y seguramente para transformarse más rápido de lo que canta un gallo.
Pero la verdad sería más bacano que, como colectivo, podamos materializar los discursos y las promesas de la tecnología en oportunidades y hechos concretos que generen impactos sociales, económicos y ambientales. Nuestro territorio lo merece.
Que nos quedemos en aquello de “mucho tilín – tilín” es el reto más inmediato, esforcémonos por pasar del dicho al hecho, así haya mucho trecho. Para ello propongo, más bien retomo, algunos puntos que hemos conversado con amigos y colegas en varios escenarios:
Uno. No nos desgastemos tanto en usar palabras genéricas, inteligentes sí, pero algo abstractas, como ciencia, tecnología e innovación y las mencionadas arriba, mejor cansémonos en el intento de producir hechos concretos que nuestra sociedad incorpore y contribuyan a su esperanza. Seguro que “obras son amores, y no buenas razones”.
Dos. Las asimetrías en la concentración y uso de conocimiento entre Medellín y Antioquia siguen siendo muy grandes. Urge un ejercicio de corresponsabilidad público y privado desde el centro a la periferia para aplicar más ciencia y tecnología en la solución de retos sociales, económicos y ambientales existentes en nuestros municipios.
Tres. Es evidente que la cuarta revolución industrial está aquí, rompiendo esquemas y barreras de entrada. Eso sí, necesitamos acelerar el paso en la formación de competencias -desde el colegio hasta las empresas- para ponernos a tono y aprovechar esta oportunidad. No le pidamos peras al olmo. Medellín tiene hoy una posición envidiable con la llegada del Centro para la cuarta revolución industrial.
Cuatro. En los próximos cuatro años los nuevos gobiernos locales deben abordar inmensos retos. Problemas viejos requieren conocimientos nuevos. Problemas extraordinarios exigen enfoques disruptivos. Sigo convencido que si sumamos juntos es más fácil buscar las respuestas, debemos superar los egos y encarar ese pendiente como sociedad y ecosistema. Si caminamos acompañados, sí llegaremos más lejos.
Cinco. Acordémonos siempre que es el ser humano el centro de nuestros propósitos, no la tecnología. Es que hay veces no es tan obvio que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Prefiero entender la tecnología como lo que es: un medio al servicio de la dignidad y el desarrollo humano.
Sexto. Foco y más foco. ¿Será posible definir metas ambiciosas, pero concretas? Nuestras capacidades y recursos, aunque bien intencionados, no son infinitos. Como aquello de que “el que mucho abarca poco aprieta”, quisiera invitar a quienes hacemos parte del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación a definir un pocos, pero importantes, desafios específicos donde el conocimiento transforme la calidad de vida para que los trabajemos conjuntamente, pues “la unión hace la fuerza”.
Seguramente los anteriores puntos no serán lo único que hay que hacer, simplemente pretenden ofrecernos otra mirada para actuar. Y como desde el Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia – CTA queremos continuar aportándole a esta región mediante el desarrollo de capacidades a través de la ciencia, la tecnología y la innovación, quedamos atentos a remar en esa dirección.
“Parce, hágale pues, rememos todos pal’ mismo lao”