La tensión comercial entre China y Estados Unidos escaló a un nuevo nivel después de que el gobierno chino instara a Washington a retirar de inmediato los aranceles recientemente impuestos a sus productos y advirtiera sobre represalias para proteger sus propios intereses económicos.
Pekin: reacciona a los aranceles de Trump y advierte sobre represalias comerciales
El Ministerio de Comercio de China emitió un comunicado en el que condenó enérgicamente las acciones de Estados Unidos, argumentando que estas desestabilizan el equilibrio alcanzado en negociaciones comerciales previas y afectan injustamente a la economía global.

“China se opone firmemente a estas medidas y tomará contramedidas necesarias para salvaguardar sus derechos e intereses”, señaló el comunicado, dejando en claro que Pekín no permanecerá de brazos cruzados ante la presión estadounidense.
La administración Trump anunció el miércoles la imposición de un arancel del 34% sobre los productos chinos, el cual se suma a un gravamen del 20% establecido a principios de año.
Con esto, el total de nuevos aranceles sobre bienes provenientes de China alcanza el 54%, acercándose peligrosamente al umbral del 60% que Trump había mencionado durante su campaña electoral.
El impacto de estas medidas no se limitará solo a China. A partir del próximo sábado, un arancel base del 10% se aplicará a casi todos los bienes importados a Estados Unidos desde China, antes de que los gravámenes más altos entren en vigor el 9 de abril.
Según estimaciones del Instituto Peterson de Economía Internacional, la tasa promedio que Estados Unidos impondrá sobre los productos chinos alcanzará el 76%, una cifra sin precedentes en la historia reciente del comercio bilateral.
Restricciones adicionales y el fin de exenciones arancelarias
Además de los nuevos aranceles, Trump firmó una orden ejecutiva que elimina la exención fiscal conocida como «de minimis», la cual permitía que paquetes de bajo valor procedentes de China y Hong Kong ingresaran a Estados Unidos sin impuestos.
Esta medida afectará particularmente a pequeños exportadores y plataformas de comercio electrónico que dependían de este mecanismo para enviar productos a consumidores estadounidenses con costos reducidos.
El endurecimiento de las políticas comerciales se produce en un contexto en el que Washington revisa el cumplimiento del acuerdo de «Fase 1» firmado en 2020 entre ambas potencias. Dicho pacto estipulaba que China incrementaría sus compras de exportaciones estadounidenses en 200.000 millones de dólares en un período de dos años.
Sin embargo, Pekín no alcanzó estos objetivos, en gran parte debido a la interrupción del comercio global causada por la pandemia de COVID-19.
Las represalias chinas podrían generar un efecto dominó en la economía global, afectando a países que se han convertido en alternativas para la producción y exportación de bienes en medio de la guerra comercial.
Muchos fabricantes chinos han trasladado parte de su producción a países como Vietnam, México e India para evitar los aranceles estadounidenses. Sin embargo, con estas naciones ahora sujetas a impuestos comerciales de entre el 24% y el 46%, la viabilidad de estos traslados de producción se encuentra en riesgo.
Expertos en comercio internacional advierten que la estrategia «China+1» —en la que empresas diversifican su manufactura para reducir su dependencia de China— podría verse afectada.
«Las tarifas impuestas a estos países reducirán las ventajas económicas de trasladar la producción fuera de China, lo que podría llevar a muchas empresas a replantearse sus cadenas de suministro», señaló Ruby Osman, analista del Instituto Tony Blair para el Cambio Global.
Desde la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, su presidente Jens Eskelund advirtió que «cualquier reestructuración de las cadenas de suministro no se puede hacer de la noche a la mañana» y que las compañías han trabajado arduamente para minimizar su exposición a las tensiones comerciales entre Pekín y Washington.
Ante la escalada de tensiones, China está enfocando sus esfuerzos en fortalecer su mercado interno y diversificar sus socios comerciales. A pesar de las medidas punitivas impuestas por Estados Unidos, Pekín ha mantenido sin cambios su objetivo de crecimiento económico en «alrededor del 5%» para este año.
El gobierno chino ha prometido estímulos fiscales adicionales, mayor emisión de deuda y una flexibilización monetaria para amortiguar el impacto de la guerra comercial. Además, busca fortalecer su comercio con mercados alternativos en Europa, el Sudeste Asiático y África, aunque ningún otro país se acerca al nivel de demanda que representa el consumidor estadounidense.
Si bien los nuevos aranceles representan un desafío para la economía china, expertos como William Hurst, profesor en la Universidad de Cambridge, señalan que «estos gravámenes no tendrán un impacto devastador en el crecimiento de China, ya que el país ha venido reduciendo su dependencia de las exportaciones a Estados Unidos».

La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China plantea incertidumbre para el futuro de la economía global. Mientras Trump endurece su postura comercial con medidas agresivas, China responde con estrategias de adaptación que buscan minimizar el impacto en su desarrollo económico.
Con un escenario en el que las tensiones comerciales podrían prolongarse en el tiempo, las empresas multinacionales y los mercados financieros observan con cautela los próximos movimientos de ambas potencias.
En juego no solo está la relación bilateral más importante del comercio mundial, sino también la estabilidad de las cadenas de suministro globales y el futuro de las economías emergentes que dependen de esta dinámica comercial.
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