En Colombia está invertida la balanza en cuanto a los acuerdos sobre los elementos básicos que como sociedad nos llaman a compartir, en donde no caben diferencias políticas, sino un entendimiento sobre el bien común y el progreso colectivo.
Por: Andrés Gaviria Cano
Entendemos que la democracia, como todo en el mundo, es un modelo absolutamente imperfecto y la política tiene unas falencias profundas y nocivas en muchos aspectos, pues muchas de las virtudes más risibles de las elecciones es que los ciudadanos se quejan de los políticos que tienen, de los congresistas, alcaldes, gobernadores, presidente, concejales y diputados, me refiero de los que claramente votan y no de los que tienen un completo divorcio con un evento democrático, pero son estas personas las que realmente ponen a esos políticos en esas plazas, no son los políticos los que llegan en paracaídas a esos cargos y son inamovibles.
Cuando nos encontramos con tanto escepticismos, incertidumbre, desesperanza y desconfianza también es bueno que los ciudadanos en una autorreflexión y catarsis revisen qué han hecho con su vida política, cómo le han aportado al estado, de qué manera, por quién han votado y si son ciudadanos activos de la construcción de ciudad, departamento y país.
Ojalá cambien las cosas, no perdería la esperanza de que en los comicios venideros las personas cambien el chip, dejen de vender su voto por una hoja de vida – que es difícil – otros dejen de vender su voto por una teja, un bulto de cemento, un mercado, una gallina – que en algunas zonas del país también es muy difícil – y otros, simplemente, porque tienen cierto tipo de intereses, incluso, podría llegar a respetar a quienes votan por una supuesta ideología, aunque por la que lo hagan sea absolutamente fracasada, algo demostrado mundialmente.
El caso que puntualmente quiero tratar esta vez es sobre cómo Colombia ha invertido una ecuación que es perjudicial para cualquier país, citando al finado político Álvaro Gómez Hurtado, Colombia nunca ha hecho y parece que nunca hará el flamante acuerdo sobre lo fundamental.
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Esto no se trata de una ideología conservadora, se trata de que la sociedad diga que puede pensar distinto, estamos en toda la capacidad de hacerlo, somo seres humanos naturalmente imperfectos, irracionales, coléricos y podría decir que pienso que la economía tiene que ser así y usted piensa diferente, pero en lo que deberíamos estar de acuerdo es, primero, la justicia es el pilar fundamental de todo estado y tenemos que estar de acuerdo en que quien cometa un crimen, un delito o una falta tiene que pagar las consecuencias.
Otro aspecto es la economía. Debemos defender la libertad de empresa, porque está demostrado en el mundo que funciona, no hay ejemplo contrario. Tercero, un acuerdo sobre la seguridad ciudadana y la seguridad en todo el territorio nacional, esto no se negocia, y no depende de que el gobernante sea de izquierda, centro o derecho. El policía y el soldado tendrán que cumplir su deber misional, sea quien sea el comandante en jefe y eso no está en discusión.
Cuarto, hacer un acuerdo sobre que el país tiene que avanzar en infraestructura, que las vías son progreso, mejores aeropuertos, trenes, puertos, movilidad y comercio fluvial en más y mejor competitividad y productividad.
Debemos estar de acuerdo en que tenemos que apostar por una sociedad donde existan políticas educativas desde grado cero hasta educación superior, garantizando el acceso. También a que en el sistema de salud trabajemos en una sola vía, para que sea el que más le convenga a los ciudadanos, con atención pronta, sin discriminación, garantizando los derechos, ligada a una mejor calidad de vida para las personas.
Fuera de ese escenario podemos hablar de otros temas trascendentales en la sociedad, como el tema medio ambiental y equidad de género, sobre si es mejor sembrar un árbol o construir un centro comercial, en eso podemos debatir perfectamente, pero no pongamos en riesgo un país con elementos básicos que están buscando garantizar la calidad de vida de las personas, y me refiero con más políticas institucionales y menos de gobierno, es decir, las políticas institucionales de largo aliento, conocidas como política pública que buscan ser aplicadas de manera que trasciendan los gobiernos, sin importar los gobernantes que haya y su ideología, porque son proyectos que se respetan, aplican y promueven.
Las políticas gubernamentales son propias de cada político, pero no pueden acabar con las institucionales. Pasa en Estados Unidos y funciona bien, como también es el caso de Inglaterra, Suecia, Suiza, Canadá.
Ojalá Colomba de ese salto al debate y pensemos sin egoísmos para construir sin seguir peleando sobre quién tiene la razón.