¿Por qué ceder ante los chantajes y extorsiones que debilitan al Estado?

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Hemos advertido en numerosas editoriales como la claudicación de los gobiernos, tanto locales, como nacionales, ante los intereses particulares de ciertos colectivos, minan la confianza institucional y dan pie a una relación desequilibrada o injusta entre Estado y gobernados.

EDITORIAL

Las decisiones responsables, necesarias y justas la mayoría de veces suelen ser impopulares, en Colombia sí que hemos adoptado esta realidad y por eso mismo es que nos encontramos en el hueco que estamos, decenas de decisiones se han aplazado o se han atendido con algunos cuidados paliativos; con el fin de no molestar a unos pocos y sus intereses, con el fin de no afectarlos, con el fin de no ponerlos en cintura, simplemente por querer seguir ganando adicciones efímeras y tranquilidades compradas que en nada han beneficiado al país.

Podríamos hablar de muchos casos y acá ya lo hemos hecho el más reciente es cuando hablamos de la reducción de los precios del SOAT a las motocicletas, podríamos hablar de que no se le cobre el peje a las motocicletas, de no aumentar el precio de la gasolina ACPM para que los camioneros no bloqueen el país; quizá el más maligno y más grande de todos estar entregando el estado de derecho a guerrilleros, criminales, paramilitares y narcotraficantes y ahora disponerse a pagar $1,000,000 para que los jóvenes «no maten” y “no delincan”, lo anterior, es sumamente grave y se configura realmente en una implosión de la institucionalidad que demuestra que los gobiernos solo atienden en muchas ocasiones a las presiones de las mafias.

Unas mafias que se organizan para exigir que se les mantengan unos privilegios, unos intereses, unas comodidades y ellos, en cambio, de esto oponen votos o no bloquean el país, así esto suene muy duro y así les moleste que los llamemos mafias, pues así se comportan los carteles mafiosos, extorsionando, chantajeando y pactando en detrimento del Estado y de los ciudadanos con tal de a ellos no los toquen.

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La más reciente decisión de configurar un precio diferencial de gasolina para los taxistas solo demuestra la gran debilidad del gobierno colombiano actual. Esto traerá muchísimos problemas que acá los vamos a anticipar y los vamos a recordar en pronto tiempo, estamos seguros de eso.

Primero, la estabilización del precio de los combustibles era necesaria y responsable corregirlo. El gobierno Petro hizo bien en hacerlo, pero se quedó en la mitad del camino por temor a las represalias de unos pocos; el gobierno anterior de Iván Duque fue altamente responsable en mantener subsidiado un precio que era claramente artificial y que ahora con esta ola inflacionaria tiene más consecuencias negativas que las que pudo tener antes.

Segundo, se va a configurar un cartel mafioso de venta de gasolina revendida, los taxistas van a salir a vender combustible más barato a otros vehículos y ellos se van a agrandar un pequeño diferencial que cobren, ese es nuestro país, eso es lo que pasa por la mente de muchos colombianos, la cultura del vivo del bobo, la cultura del atajo, la cultura de la malicia indígena, eso va a suceder y no tenemos ninguna duda al respecto.

Tercero, cerca del 70% del déficit de ese fondo del precio de los combustibles es culpa del ACPM y lo que le están queriendo mostrar al país es que es un gobierno muy irresponsable porque están recuperando el déficit de ese fondo, pero no se están dando cuenta que lo están recuperando a punta de mentiras, de mediocridad y de recargar a los que usan un carro particular, volviendo esto un debate de lucha de clases, mientras que cuando todos los que compran gasolina deberían pagarlo, solo unos pocos los están pagando. Esto es prácticamente lo mismo que sucede a la larga con los impuestos nacionales, solamente el 30% del país paga impuestos directos para poder mantener al otro 70%.

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Nosotros como medio de comunicación consideramos que eso es grave, muy grave, hoy quizá no sean conscientes ese tipo de decisiones porque siempre las buscan aplazar para futuros gobiernos, pero hasta que Colombia no corrija sus problemas estructurales, esas fallas tan profundas, es muy difícil poder lograr cambios verídicos, sostenibles, sobre todo responsables. Lamentamos mucho que sigamos operando bajo esa manera, esto no es un buen mensaje para los niños, para los jóvenes el ceder ante los chantajes, ante las presiones y menos en un país que ha estado históricamente marcado por extorsionistas.

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