En numerosos medios de comunicación se ha abordado este mismo cuestionamiento en los últimos meses, y aunque Duque tuvo una luna de miel relativamente larga e inesperada entre los meses de diciembre y enero, su caída ha sido estrepitosa.
Por: Redacción 360 Radio.
Desde el mes de abril no solamente el efecto Venezuela se acabó sino que terminó de muy mala manera; Maduro perpetuado en el poder, una oposición decepcionada, dividida, débil, frágil y temerosa y los efectos de la migración siguen golpeando contundentemente a Colombia.
Aunque nada tenga que ver, el descrédito y la deslegitimación de la justicia colombiana también golpea la imagen del presidente, y en buena parte porque es una desconfianza generada en el establecimiento por parte de la ciudadanía.
Si bien Duque no es culpable de lo que suceda hoy en materia de justicia en el país, si es culpable de no tomar medidas que se puedan utilizar para revertir la situación. Claramente no son medidas sencillas, son medidas muy complejas, polémicas, mediáticas y drásticas, y debería tener bastante coraje para poder tomar esa clase de decisiones.
Su gabinete en poco o en nada le ha colaborado. La gestión ha sido paupérrima, en varias carteras en el congreso, por no ir más lejos, conocen solamente algunos ministros por las fotos, de lo contrario, nunca les han visto por los pasillos del salón elíptico.
Duque ha hecho bien en implementar la nueva política de relacionamiento con el Congreso, pero ha hecho mal a la hora de socializarla y trabajarla de la mano con las bancadas, además que ha entregado la responsabilidad de estas funciones en quien debería recibirlas, la ministra del interior, Nancy Patricia Gutiérrez, pero ella no ha estado a la altura de la situación. La vicepresidenta Marta Lucia Ramírez ha expresado en círculos internos, que es ella quien ha tenido que lidiar varias veces con el Congreso de la República.
La inseguridad de las ciudades sigue estando disparada, las cifras de homicidios y fleteos son preocupantes. La economía no pasa por su mejor momento, y todo eso ha llevado a que el presidente Duque siga cayendo en las encuestas. Parece que esa será la tendencia hacia los próximos tres o cuatro meses.
La opinión pública en general no duda de las buenas intenciones del presidente, pero si cuestiona su desconexión con los momentos más críticos del país, sus innumerables viajes, su precaria ejecución de presupuesto, su poca visión para gestionar nuevas formas de financiamiento y generación de riqueza, promesas incumplidas, entre otras.
Duque plantea comunicaciones con personas que hoy no están en su gobierno para abordar diferentes situaciones del país, pero si no toma las decisiones necesarias, que buena parte del sector analista, empresarias y político ve, el presidente estará condenado a ser otro de los presidentes más impopulares que haya tenido nuestro país y todavía le quedan tres años de gobierno.