Por qué los países se están saliendo de La Ruta de la Seda

La firma de la Ruta de la Seda ha despertado reacciones diplomáticas internacionales, especialmente desde Estados Unidos, mientras América Latina reconsidera su rol en el megaproyecto chino.

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El presidente Gustavo Petro oficializó este martes la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), un ambicioso proyecto global de infraestructura y conectividad liderado por la República Popular China desde 2013.

La decisión fue sellada mediante la firma de un memorando de entendimiento con autoridades del país asiático, lo que convierte a Colombia en uno de los más de 150 países que han decidido sumarse a este esquema de cooperación.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta también conocida como la “Nueva Ruta de la Seda” tiene como propósito fortalecer los vínculos comerciales, de inversión, innovación tecnológica e infraestructura entre Asia, Europa, África y América Latina, mediante corredores económicos tanto marítimos como terrestres.

Ruta de la Seda: Colombia apuesta por la Iniciativa de la Franja y la Ruta en medio de tensiones globales

El proyecto ha sido el principal instrumento de China para expandir su influencia económica en el mundo, en un contexto donde las tensiones entre potencias están en aumento.

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Colombia busca, con esta adhesión, potenciar el desarrollo de infraestructura estratégica, atraer inversión extranjera directa y diversificar sus relaciones comerciales más allá de sus socios tradicionales. Sin embargo, la noticia ha generado una fuerte reacción internacional, especialmente desde Washington.

Advertencias desde Estados Unidos

Uno de los primeros en manifestarse fue el expresidente estadounidense Donald Trump, quien actualmente busca un nuevo mandato en la Casa Blanca.

Trump amenazó con imponer nuevos aranceles a productos clave de la economía colombiana, como el café y las flores, si Bogotá continúa estrechando lazos con Pekín.

Estas exportaciones representan una parte significativa del comercio bilateral entre Colombia y EE. UU., país que tradicionalmente ha sido el principal socio comercial y aliado político del país andino.

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Aunque la Casa Blanca no ha emitido una declaración oficial, analistas consideran que las advertencias de Trump podrían anticipar un endurecimiento de la política exterior estadounidense hacia América Latina si retoma el poder en enero de 2025.

En ese escenario, Colombia enfrentaría una delicada disyuntiva entre mantener el equilibrio entre dos gigantes geopolíticos: Estados Unidos y China.

Latinoamérica reconsidera su rol

La decisión de Colombia llega en un momento en que varios países de América Latina están revisando su participación en la iniciativa. Según reportes, naciones como Argentina, Uruguay y Chile evalúan los beneficios y desafíos del acuerdo.

El caso más reciente es el de Panamá, cuyo presidente, José Raúl Mulino, anunció en febrero de este año que su país no renovaría el memorando de entendimiento firmado con China en 2017, poco después de reunirse con el secretario de Estado de EE. UU. El gesto fue interpretado como un intento de reafirmar la alianza panameña con Washington.

Italia también se retiró oficialmente de la iniciativa a finales de 2023. La primera ministra Giorgia Meloni argumentó que los beneficios económicos no se materializaron como se esperaba y optó por reforzar las relaciones con socios europeos y estadounidenses.

¿Oportunidad o riesgo para Colombia?

El ingreso de Colombia a la IFR abre una nueva etapa de cooperación bilateral con China, pero también plantea interrogantes.

Algunos críticos advierten que los préstamos e inversiones del gigante asiático pueden estar condicionados a exigencias que comprometen la soberanía económica o el control sobre sectores estratégicos.

No obstante, el gobierno Petro defiende la decisión como una estrategia para diversificar alianzas, reducir la dependencia de los mercados tradicionales y avanzar en la modernización del país en áreas como transporte, energía e innovación tecnológica.

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Ruta de la Seda
Foto: Redes

La adhesión a la Franja y la Ruta podría traducirse en nuevas obras de infraestructura, ampliación de puertos, redes férreas, y cooperación en energías limpias, temas prioritarios para el actual gobierno.

Sin embargo, el verdadero impacto dependerá de la capacidad del Estado colombiano para negociar condiciones favorables y gestionar los riesgos geopolíticos que implica alinearse con una de las potencias más influyentes del siglo XXI.

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