¿Por qué quebró el restaurante de Don Jediondo?

La cadena de restaurantes Don Jediondo Sopitas y Parrilla, fundada por el humorista Pedro González, entró en liquidación judicial tras acumular deudas por más de 25.500 millones de pesos.

Foto: Redes sociales

La reconocida cadena de restaurantes Don Jediondo Sopitas y Parrilla S.A.S., fundada por el humorista Pedro González, entró oficialmente en proceso de liquidación judicial tras una decisión de la Superintendencia de Sociedades emitida el 26 de agosto de 2025. Con deudas que ascienden a 25.580 millones de pesos, la compañía cierra un ciclo empresarial de casi dos décadas que inició en 2006 como un proyecto familiar para resaltar la gastronomía colombiana.

En 2022, la empresa se acogió a un plan de reorganización con la esperanza de salvar su operación, pero los compromisos adquiridos no pudieron cumplirse. Según explicó González, el mercado no respondió como se esperaba y, pese a los esfuerzos, los pagos acordados quedaron en mora, lo que llevó a que un juez ordenara la liquidación.

El comediante recordó que desde hace seis años la compañía había recurrido a la Ley 1116 para ganar tiempo en medio de sus dificultades financieras. Sin embargo, las presiones externas e internas impidieron alcanzar la recuperación.

La expansión acelerada de Don Jediondo y sus altos costos

Uno de los principales factores que llevó a la quiebra fue la expansión desmedida de la cadena de Don jediondo. En su momento de mayor auge, Don Jediondo Sopitas y Parrilla alcanzó 50 puntos de venta y más de 480 empleados. Lo que parecía un éxito rotundo pronto se convirtió en una estructura demasiado costosa de sostener.

Los elevados gastos fijos, las cargas prestacionales y la operación de una red tan amplia terminaron debilitando la caja de la empresa. Expertos en el sector señalan que este tipo de crecimientos acelerados, si no se acompañan de una planeación sólida, suelen derivar en crisis financieras difíciles de revertir.

Don Jediondo

Centros comerciales, un arma de doble filo

La estrategia de instalarse en plazoletas de comida de centros comerciales también jugó en contra. Aunque ofrecía visibilidad, el modelo resultó poco compatible con la cocina típica colombiana, que requiere tiempo y preparación, frente a un entorno orientado a la inmediatez de la comida rápida.

A esto se sumaron los altos cánones de arrendamiento, que podían oscilar entre 15 y 30 millones de pesos por local, y la fuerte competencia con decenas de marcas en los mismos espacios. El flujo de clientes, además, era irregular, con picos los fines de semana y baja demanda en días hábiles.

Algunos clientes también criticaron la calidad de los productos, especialmente el manejo de los alimentos congelados, que en ocasiones no llegaban a la temperatura adecuada. Casos como el de un plato servido frío en el interior, pese a estar caliente por fuera, terminaron por afectar la experiencia del consumidor.

La situación se agravó con fenómenos externos como la pandemia y los paros nacionales, que golpearon con fuerza al sector gastronómico. Estos eventos aceleraron un desenlace que ya venía gestándose desde años atrás.

El legado de un proyecto con “berraquera”

Pese al desenlace, muchos reconocen la valentía de Pedro González al aventurarse en un mercado complejo como el de la gastronomía en Colombia. Lo que comenzó como una idea familiar logró consolidarse en su momento como una de las cadenas más recordadas de comida típica.

La liquidación de Don Jediondo Sopitas y Parrilla se convierte en un caso emblemático para el ecosistema emprendedor: muestra los riesgos de crecer sin mesura, pero también deja como enseñanza la resiliencia de quienes, como González, apostaron por rescatar la tradición culinaria en un modelo de negocio masivo.

El capítulo final de esta cadena deja huella no solo por lo que representó en el sector gastronómico, sino también como lección para quienes buscan emprender en un entorno económico cada vez más retador.

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¿Por qué quebró el restaurante de Don Jediondo?

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