Lea aquí un análisis sobre lo acontecido en las últimas semanas con tribus indígenas en Bogotá y con la Primera Línea.
EDITORIAL
Para hoy 26 de octubre quisiéramos tener en nuestro editorial un análisis sobre lo acontecido en las últimas semanas con tribus indígenas en Bogotá y con la Primera Línea. Colombia ha padecido los suficientes flagelos por parte de la violencia, el terrorismo y la delincuencia como para no haber aprendido de sus errores, de su amplia indulgencia y tolerancia con el crimen que hace que más y más bandidos pululen todos los días.
Esto, en el caso concreto de la Primera Línea y los Indígenas, ya no es de educación ni de falta de oportunidades, de empleo y de supuestas opresiones que han denunciado. Quien no estudie, es porque no quiere y más allá de esos miles de personas han optado por el camino del bien, trabajando duro e intensamente y no por el camino fácil de la delincuencia; no han tenido que tomar un arma para ser escuchados, no han tenido que apalear a un policía para conseguir un empleo.
El mensaje que está recibiendo Colombia por parte de su Gobierno con una complacencia por parte de la Fiscalía y la Policía, es que delinquir paga, en este caso la Primera Línea y los Indígenas. Y si ya era una realidad en Colombia que delincuentes quedaban libres, pues no era tan evidente; si bien ya era irresponsable, irreprochable e inaceptable lo que pasaba en Colombia, ver como establecimientos comerciales en Bogotá quedaron destruidos por cuenta del accionar delincuencial de tribus indígenas nos hace cuestionar no solo el sistema judicial colombiano, sino también las directrices que hoy tiene la Policía Nacional y el actuar del Gobierno Petro con quien viola la ley.
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Si los indígenas tenían situaciones que resolver, quejas, reclamos, demandas, las podían hacer por todos los medios establecidos en la ley, podían haber ido al frente del Palacio de Nariño a protestar pero creyeron que intentando matar a policías los iban a escuchar, o acabando con locales comerciales de personas honradas iban a lograr sus demandas.
Como si fuera poco, la primera línea, a finales de la semana pasada, volvió a tomarse el Portal de las Américas atacando a la fuerza pública, a la población nacional, atentaron contra la camioneta del director de la Policía Nacional y llegó un burócrata a salvar a los delincuentes, a liberarlos cometiendo una falta gravísima, no solamente se sobre pasó de sus facultades sino que interfirió en competencia de otras instancias como la justicia.
¿Por qué la Policía cedió a esas presiones?, ¿por qué hoy el Estado parece claudicar con más rapidez ante la delincuencia?, ¿creen que con esto van a lograr que Colombia cambie de verdad?, ¿creen que la paz total se consigue indultando personas que nunca han respetado la ley y el orden?
Colombia tiene que estar por encima de todo, y a la derecha de Colombia tiene que estar la justicia y la izquierda del país tiene que estar el orden. Debajo de esto tres tiene que estar el cumplimiento de los deberes para poder exigir los derechos, lo que a tantos colombianos se les ha olvidado.