Desde que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, extendió una invitación a Donald Trump para visitar Bogotá luego de que el exmandatario estadounidense lanzara críticas contra la ciudad, el debate sobre la viabilidad de ese encuentro ha ganado fuerza en el escenario político y diplomático. Aunque Petro manifestó que estaría “listo para conversar” en un marco de respeto y equidad, el contexto actual entre ambos países dificulta que la visita se concrete.
A comienzos de 2025, las relaciones bilaterales atravesaron uno de sus momentos más tensos cuando el Gobierno colombiano impidió el aterrizaje de dos vuelos militares de Estados Unidos con migrantes deportados, argumentando condiciones indignas en el traslado. La reacción de Trump fue inmediata: anunció aranceles del 25 % a las exportaciones colombianas, amenazó con incrementarlos al 50 %, impuso restricciones de visas y suspendió algunos trámites. Aunque la crisis se resolvió en cuestión de horas mediante negociaciones diplomáticas, dejó una marca de desconfianza que aún pesa sobre cualquier acercamiento.

En el marco de su segundo mandato, Trump ha mantenido una política exterior más agresiva hacia América Latina, siguiendo una estrategia que recuerda a la denominada “Doctrina Monroe 2.0”. Este enfoque se ha traducido en presiones económicas, medidas unilaterales y un trato selectivo hacia los gobiernos de la región. Mientras ha tendido puentes con algunos líderes afines, como el presidente argentino Javier Milei, con otros ha mantenido relaciones frías o conflictivas, como es el caso de Petro.
Si bien el Gobierno colombiano ha intentado abrir espacios de diálogo como ocurrió con la visita de la secretaría de Seguridad Interna de Estados Unidos para suscribir un acuerdo de cooperación en seguridad, el interés personal del presidente estodounidense por viajar a Colombia parece mínimo. La dinámica actual sugiere que, para el exmandatario, priorizar alianzas estratégicas con países que comparten su visión política es más importante que estrechar lazos con administraciones de orientación distinta.
En este contexto, la invitación de Petro podría interpretarse más como un gesto político que como una expectativa real de encuentro. El mandatario colombiano ha reiterado que está dispuesto a conversar si existe respeto mutuo, pero las tensiones recientes, sumadas al estilo confrontativo de Trump y a su falta de respuesta oficial, indican que la probabilidad de que visite Bogotá es baja en el corto plazo.
También puede leer: Feria de las Flores 2025 registró un aumento de visitantes del 17,4%