El problema no son los políticos sino quienes los eligen

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Es recurrente la queja sobre los políticos que gobiernan o legislan en el país, pero no existe un solo segundo de reflexión y si se quiere, de catarsis, donde las personas hagan un mea culpa y se den cuenta que son ellos los culpables de elegir a los políticos que les parecen tan malos. Estos no llegan solos en paracaídas, son las personas con sus votos quienes les permiten estar allí.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Buscar un muerto río arriba es una condición muy natural del colombiano en promedio. Cerrarse a un problema y creer que la única raíz y solución están encausadas en una misma línea. Esto es un índice de una mente muy corta, una imaginación reducida y, sobre todo, una visión bastante precaria, pues ante la vida que está llena de arbitrariedades, vicisitudes, muchos ‘no’, muchos ‘sí’, éxitos y fracasos, siempre van a encontrar formas de fluir en esas vías que nos permitan avanzar.

En el caso de Colombia y los políticos que la gobiernan y otros que legislan, sucede lo mismo: son millones de colombianos que se dan contra la pared una y otra vez, se quejan, pero no cambian el orden de los factores que en este caso sí altera el resultado.

En primer lugar, y está pasando hoy – y ojalá sirva de advertencia – Colombia es un país en el cual las personas votan con el estómago, son demasiado biliares. Les encanta el candidato que es un bacán, que saluda chévere, que tiene el cabello bonito, que es formal, sonríe demasiado, se comporta muy bien con los niños y los adultos mayores, se toma fotos. Pareciera que el país elige una reina de belleza, o Miss Simpatía y no gobernantes.

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Ni más faltaba, es importante elegir una buena persona, pero cuando se distorsiona ese algoritmo para elegir a un buen gobernante terminamos en lo que estamos hoy: pésimos gobernantes, populismo, demagogia, mediocridad, muy buenos en redes sociales, pero pésimos gobernantes, además porque ya es irresponsable escoger a personas que no tienen la capacidad ni las aptitudes para estar al frente de ciertas responsabilidades, como ser alcalde de una ciudad, gobernador de departamento, presidente, senador, representante a la Cámara, e incluso, concejal y diputado.

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En el caso del Congreso, las elecciones más prontas que tiene el país, es impensable como algunas personas siguen vendiendo su voto por una hoja de vida, una teja, un mercado, un cemento, o cualquier otro bien o servicio. Estas personas no tienen derecho a quejarse, no tendrían ni siquiera la autoridad moral y ética para criticar a quienes están en esos cargos, pues deberían ser conscientes que para que se le cumplan los favores que están pidiendo, ese político tiene que pedir otra clase de favores que les van a cobrar y tendrá que vender sus votos, ceder en las convicciones y terminan haciendo parte de todo ese entramado que ya conocemos.

En primer lugar, si no cambian los electores no van a cambiar los elegidos. Segundo, si las personas no sacan un momento previo a los comicios para estudiar una hoja de vida, estudiar de dónde viene, dónde está y adónde va, ligado a sus convicciones, a la coherencia en sus actos, qué postulados tiene, los principales frentes económicos, de sociedad, vida, y si se quiere, de religión e infraestructura, para poder ir a votar libre y decididamente y con tranquilidad, ahí está la solución. Es la única salida, esa es la clave, no hay más nada más que nos pueda permitir tener mejores políticos.

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Aunque sé que esto va a quedar como un canto simplemente a la bandera, no quiero descansar ni desperdiciar en ser insistente: no nos quejemos de los políticos que tenemos si seguimos votando mal.

Esa es la clave, está comprobado que ese es el problema y el cambio está directamente relacionado con lo que marquen los votantes en las elecciones, pero si seguimos como vamos, tendremos los mismos resultados.

Por último, ojalá ahora que escogeremos presidente próximamente, las personas se fijen en algunas promesas que hacen los precandidatos, como construir un millón de viviendas, pero es bueno ver si ese candidato cuando fue alcalde o gobernador, cuántas viviendas construyó. Si construyó cero, tiene un mal precedente y una incapacidad de gobierno, pero la pregunta es, ¿votaría por ese candidato?

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