Siempre serán bienvenidas las personas con ideas y aplaudiré este tipo de actitudes, pero una cosa es argumentar esas propuestas y otra es hablar estando alejado de la realidad, pues esto afecta de manera sustancial la base de esas ideas, en especial si se pone en peligro la propiedad privada y la integridad de las personas.
Por: Andrés Felipe Gaviria
Recientemente conocimos la propuesta hecha por el actual gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, y su secretario de Gobierno, Luis Fernando Suárez, a quienes personalmente aprecio, respeto, admiro y considero que son grandes funcionarios públicos, pero que en este capítulo del Gobierno sí debo distanciarme de ellos en virtud de algo que no comparto.
La idea de retirar todas las cercas de seguridad que están en la Universidad de Antioquia y en otros establecimientos como el jardín botánico, el Parque Explora, además de otros lugares que componen los alrededores de estos sitios, es inviable.
Aunque esta fue recogida con satisfacción por el alcalde Quintero y dijo que la pondrá en marcha, lo cierto es que en el papel y en los ideales expresados todo se ve muy bonito, pues ¿A quién no le gustaría ingresar a cualquier lugar cuando quiera y con la seguridad de que nada malo pasará? Sin embargo, considero que Medellín está lejos de estar preparada para afrontar este tipo de cambios.
Y es que no estamos listos para retirar cualquier reja o malla de seguridad, sobre todo, porque en Medellín y Antioquia existe una pequeña lista de grandes problemas que requieren la atención de los gobernantes y necesitan soluciones de gran calado, por lo que no podemos hablar de acciones que parecen más cortinas de humo que cualquier otra cosa.
Incluso, me he sorprendido gratamente porque personas con tendencias de izquierda han criticado esta idea, ¿Y por qué? Porque en un país como Colombia es más que lógico que si desenmalla una universidad se va a exponer a los estudiantes a todo tipo de inseguridades.
Si hoy hay atracos dentro del alma máter de la Universidad de Antioquia, e incluso, hace unos años llegó a haber un caso de sicariato con arma de fuego en plena ciudadela universitaria, imagínense lo que podría llegar a suceder sabiendo que cualquier persona puede entrar allí como Pedro por su casa.
Desde las respectivas administraciones saben muy bien cuánto porcentaje de la ciudad está extorsionada; desde allí saben que en los semáforos se cobran extorsiones, entonces, ¿Van a liberarles más de 20 hectáreas a la ilegalidad para que estos lleguen a controlar lo que suceda al interior de esta universidad?, ¿De verdad se han puesto a pensar en eso?
Pensemos por un momento en lo que podría pasar el campus de la UdeA si esta se llena de habitantes en situación que calle que persiguen a los estudiantes en busca de alguna moneda.
O vamos más allá, imaginemos a una mujer saliendo de clase a las 9 o 10 de la noche, donde a esa hora ya son pocas las personas que quedan y tiene que atravesar sola parte de la universidad para poder salir de esta.
O sea, pretendemos proteger a las mujeres y parar los feminicidios, pero pretenden darle luz verde al ingreso de violadores, asesinos, ladrones y cualquier tipo de personas que solo piensan en la ilegalidad como estilo de vida a una universidad…
Lo peor es que la iniciativa de Gaviria, Suárez y Quintero parte de una falacia, ya que aseguran que nadie se apropia del espacio universitario de la UdeA porque esta tiene rejas, ¡Falso de toda falsedad!
Si la intención es darle más participación a la ciudadanía con este tipo de lugares, entonces que hagan eventos culturales, deportivos o académicos que convoquen a un gran número de personas, porque cualquier persona legal que se proponga puede entrar y salir de esta universidad a través de cualquier de sus puertas.
Son muchas las personas que coinciden en que esto es una muy mala idea. Una de estas es Pascual Gaviria, quien a través de Twitter se ha mostrado en contra de esta propuesta.
Básicamente el descontento de muchos surge porque quitar las mallas de la UdeA y la Unal es abrirle un aeropuerto del tamaño del John F. Keneddy, en Nueva York, a los jíbaros, marihuaneros y a quienes están en el microtráfico.
Se va a exponer la seguridad ciudadana, en especial la de las mujeres que transitan por allí y no habrá control de absolutamente nada.
Esto daría posibilidades para que llegue la ilegalidad a cobrar vacunas y hasta se podrían crear escuadrones privados para las personas que tienen sus ventas en los alrededores, algo así como una especie de nuevas convivir.
Es un despropósito desde todo punto de vista esta idea y realmente me preocupa que desde la comodidad de los cargos, de los vehículos u oficias privadas, hagan ver que Medellín es una ciudad que vendemos muy bien en las revistas y en el internet, pero que en la práctica es otra.
Nos hemos dado cuenta cómo las rejas de seguridad no son un problema para absolutamente nadie, excepto para quienes quieren entrar y salir sin ningún control de algún establecimiento.
Además, lo que se ha hecho en el jardín botánico ha sido un logro muy bonito de muchos años, que se ha consolidado como una pequeña válvula de escape dentro del caos y que se mantiene siempre organizado, decente, limpio y con controles.
Abrirlo con total desparpajo y sin una planeación es una irresponsabilidad que traería consecuencias fatales.
Solo queda decir que si esto sale avante, y ojalá que salga bien, pero entonces pongamos en práctica que también la Alcaldía, la Gobernación, el Concejo y la Asamblea quiten sus puertas, sus barrotes, que despidan los agentes de seguridad y que podamos ingresar sin ningún tipo de restricción a las administraciones públicas.
Es honestamente desolador escuchar esto cuando estamos comenzando un gobierno, cuando estamos hablando de planes de desarrollo y cuando existen preocupaciones, alertas y problemas tan graves como niveles de inseguridad ciudadana, movilidad y sin confianza ciudadana.
Señores, la confianza de las personas no se logra con ideas populistas salidas que aparecen en la ducha de un momento a otro. Es con ideas que están sustentadas, bien planeadas, y sobre todo, que se traduzcan en beneficio del colectivo, no con ideas inspiradas en cuentos de hadas y que están completamente alejadas de la realidad que se vive en el territorio.