Ante la inminente necesidad de que las personas usen menos transporte público, ya que el 35% está casi superado – límite de ocupación en la emergencia nacional por el coronavirus – los alcaldes de las principales ciudades del país están en una encrucijada por cuenta de la medida de de pico y placa.
Por: Redacción 360 Radio
Las motos, vehículo estrella y líder en ventas para la clase media – baja colombiana, porque según ellos es mucho más económico, seguro, rápido y eficiente que el transporte público, tendería a seguir siendo el líder de transporte, y aunque no se espera ni siquiera que se normalice la venta de vehículos nuevos, si se prevé que el mercado de los usados tenga mayor movimiento.
Las personas reaccionan generalmente a lo intuitivo y a los miedos, y por ende el uso del transporte público para muchos va a significar una mayor exposición al contagio de coronavirus. En el caso de ciudades como Medellín, que es la que tiene más operación en este momento y ha regresado a la “normalidad”, aún no deciden si reanudar o no el pico y placa.
En Bogotá, es una decisión que la alcaldesa Claudia López sabe, no es sostenible a corto o largo plazo, porque si toda la capital entra a trabajar con normalidad, evidentemente, si en anteriores épocas el sistema de transporte no funcionaba, no cabía la gente, se colapsaba y era un desastre, mucho menos va a funcionar si el articulado del SITP o Transmilenio trabaja con el 35% de su ocupación.
En Cali, donde se ha establecido el pago para circular, la dicotomía, reflexión o duda todavía está presente para el alcalde Jorge Iván Ospina.
Las medidas de pico y placa han sido tomadas para, inicialmente, controlar las emisiones de contaminantes de los vehículos, luego, para evitar las congestiones en hora pico, pero, lo cierto es que las ciudades principales del país tienen un gran retraso en infraestructura vial. La única que se ha puesto medianamente a la vanguardia es Barranquilla, sin embargo, esa ciudad carece de un buen sistema de transporte.
Los alcaldes están considerando, primero, qué decisiones tomar para evitar que los buses y el metro – en el caso de Medellín – no se ocupen más del 35% y se conviertan en focos de contagio importante.
Segundo, que la ciudad no colapse vehicularmente por congestiones, y tercero, que el nivel de contaminación se controle.
Esto una tarea titánica, difícil y casi imposible, pero hace parte de la larga lista de preocupaciones que tienen actualmente los mandatarios locales y que deben buscar la manera de resolver.