Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad. Pues en eso andamos con los hijos de Lenin que se tomaron el país. Tienen al mundo convencido de lo pacífico de sus marchas.
Por: Fernando Londoño
Los que marchan dicen estar pacíficos, cuando no se ocupan en destruir estaciones del transporte público, o en quemar los buses, o en asaltar comercios, o en quemar los CAI, si posible con personas adentro, o en romperle la crisma a 800 policías, o en matar niños que quieren nacer. Cuando no están en esos menesteres, que nadie reproche su sagrado derecho a la protesta.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
Suelen decir estos marchantes, muchos estudiantes universitarios que no parecen salidos de Salamanca, que cuando no ejercen violencia, la marcha es pacífica. Solo que consiste en montar barricadas para que la gente no pueda moverse. Para que no pueda llegar al trabajo; para que no pueda ir al médico o al peluquero; para que no pueda salir a comprar lo que necesita su familia para vivir; para que no puedan moverse como le da la gana, lo que es garantía que pregona, tan en vano por estas calendas, el Artículo 24 de la Constitución Nacional. Los bloqueos son un secuestro masivo, brutal, afrentoso.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
Pero no les basta cometer secuestro contra millares de sus compatriotas. Para que se los note mejor, paralizan el tránsito de alimentos y medicinas por todo el territorio nacional. La comida se pudre en los camiones y la gente tiene hambre. Los niños que requieren de leche para su desarrollo mental no tienen un vaso de leche, porque los de la marcha obligan a que se la derrame en cañerías o desagües.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
Al dejar sin comida a la gente, dejan sin trabajo muchos miles de campesinos. Los que ordeñan sus vaquitas, tienen sus sembrados, nos alimentan con sus cosechas, también mueren de hambre y necesidad. El cierre de Alpina es una calamidad regional, y nacional. Los pacíficos manifestantes no dejan llegar la leche a la planta, ni sacar los productos al mercado.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
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Pero no se limitan estos inocentes precursores de un mundo nuevo a limitar la disponibilidad de comida. Como dejan llegar tan poca, los precios han volado como jamás en la historia. La gente más pobre está, literalmente, muriendo de hambre. No encuentra qué comprar, y cuando lo hay, los precios son inalcanzables.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
Claro que también hay que jugar con los medicamentos y hasta con las vacunas. El director del Dane, hombre tan cabal, tendrá pronto la estadística de los que murieron porque no tuvieron insulina, porque no llegaron a la diálisis o no se las pudieron administrar, porque pararon sus sesiones de quimioterapia, en fin, porque no tuvieron tratamiento médico. O porque murieron de asfixia ante la falta total de oxígeno en tantas regiones y hospitales. ¡Viva el derecho a la protesta! Ante estos homicidios, consumados o tentados, no hay Fiscal que hable. Lo suyo es la cuestión de los camiones.
QUÉ MARCHAS TAN PACÍFICAS
Por manera que salvo por estos secuestros multitudinarios, estas amenazas atroces, estos crímenes en masa, estas violaciones al derecho de todos a alimentarse y obtener alimentos, todo en la protesta es pacífico. Y lo grave es que el mundo lo cree y la prensa, la gente en la calle y hasta los presidentes de otros países comulgan con semejante rueda de molino y sostienen, que la culpa es de la Policía.
Para salir de este atolladero, que tiene su origen en una torpeza infinita del Gobierno con la Reforma Tributaria, nos tiene la receta de los diálogos. No los de Platón o Cicerón que hoy nadie lee y menos estos estudiantes tan aprovechados, sino los de Ceballos y Duque. Nadie sabe con quién se dialogará, ni a qué título, ni sobre cuáles asuntos, ni con cuáles facultades. Detalles que no importan. Lo que importa es dejar bien claro que en Colombia no vale un bledo el Congreso, ni dice nada la Constitución, ni cuenta esa majadería de la democracia electoral. Tire piedra, secuestre, pare el trabajo de todos, incendie, ponga bombas, hiera o mate policías, deje a la gente sin comida ni medicamentos, siendo posible sin oxígeno, mate de hambre millones de aves, que todo eso tiene premio. Usted ya no será un vulgar delincuente. Será, nada menos, que un miembro de lo que el Gobierno llama diálogo y los pacíficos manifestantes nombran negociación. ¿Sutilezas idiomáticas, ¿verdad?
No le hemos puesto una coma al tema, ni exagerado un ápice la cuestión. Nos ganó la Revolución Molecular Disipada, o si quieren mejor, nos ganó el comunismo y perdimos el país. Y más vale que no preguntemos en cuál basurero lo tiraron. Eso nos haría enemigos de las marchas pacíficas.