La fiebre amarilla se ha impuesto como uno de los temas de mayor preocupación en Colombia, luego de que el presidente de la República, Gustavo Petro, anunciara la inminencia de una nueva emergencia económica por razones sanitarias.
La enfermedad, transmitida por mosquitos y con una letalidad cercana al 50 %, ha cobrado la vida de 32 personas en el país, con un brote especialmente concentrado en el Tolima, donde se han confirmado 74 casos. En este contexto, el gobierno hace un llamado a la vacunación masiva para contener la amenaza que, según el mandatario, “ha salido de la selva y amenaza zonas urbanas densamente pobladas como Bogotá”.
Voy a decretar la emergencia económica, después de la sanitaria. Pero no por lo que dicen los contrabandistas, lavadores y petroleros que son los que vienen dominando la política económica de Colombia, sino por algo simple y contundente: LA VIDA.
Estamos de nuevo ante un virus.… https://t.co/DJH4NbsZ9o
— Gustavo Petro (@petrogustavo) April 16, 2025
Esta situación adquiere una dimensión aún más compleja cuando se trata de personas mayores de 60 años, un grupo etario que enfrenta un alto riesgo tanto de complicaciones derivadas del virus como de efectos adversos de la vacuna. La estrategia de vacunación, fundamental para combatir la fiebre amarilla, requiere en este caso un análisis de riesgos muy particular, ya que el balance entre proteger la salud y evitar reacciones severas se torna delicado.
La fiebre amarilla en mayores de 60 años

Estudios en Estados Unidos han revelado que, para la mayoría de la población, los eventos adversos graves relacionados con la vacuna contra la fiebre amarilla son poco frecuentes.
Sin embargo, en personas mayores de 60 años, el riesgo de experimentar efectos secundarios serios se incrementa considerablemente. Se han registrado aproximadamente 2,2 casos de enfermedad neurológica asociada a la vacuna (YEL-AND) y 1,2 casos de enfermedad viscerotrópica asociada (YEL-AVD) por cada 100.000 dosis distribuidas.
Estas complicaciones son aún más probables en individuos que reciben la vacuna por primera vez, lo que destaca la importancia de un análisis minucioso antes de proceder con la vacunación en este grupo de edad.
La enfermedad neurológica asociada (YEL-AND) afecta el cerebro y el sistema nervioso, manifestándose a través de síntomas como confusión y dificultades en la coordinación y el movimiento. Por otro lado, la enfermedad viscerotrópica asociada (EVA-YEL) presenta características muy similares a la propia fiebre amarilla, con la alarmante posibilidad de fallo multiorgánico y una tasa de mortalidad que alcanza aproximadamente el 48 % en los casos más graves. Por ello, la vacunación en personas mayores solo se recomienda cuando no existe otra alternativa y el riesgo de contagiarse el virus resulta inminente.
La evaluación del riesgo se vuelve esencial en la toma de decisiones: para viajeros o residentes en áreas con alta transmisión del virus, la vacunación puede representar una necesaria barrera de protección, incluso frente a los efectos secundarios.
En contraste, para aquellos que se encuentren en regiones con baja potencial de exposición, se recomienda evitar la vacuna para no exponerse a complicaciones que podrían ser fatales. Además, en situaciones donde la vacunación está contraindicada por motivos médicos, se contempla la opción de emitir una carta de exención médica, que permite el tránsito internacional sin la vacunación, pero que requiere un seguimiento continuo de la salud.
Fiebre amarilla: medidas de prevención y consejos para viajeros
Ante el brote y la inminente emergencia económica decretada por el presidente Petro, las autoridades sanitarias instan a la ciudadanía, especialmente a los mayores de 60 años, a acudir a centros especializados en vacunación. Se recomienda visitar un centro de salud para viajeros, donde se realizará una evaluación detallada del estado de salud de cada individuo y se determinará, mediante un minucioso análisis de riesgos, si la vacuna es adecuada para la persona en función de su edad y condiciones médicas.
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El itinerario del viaje y la situación epidemiológica del destino deben ser factores determinantes en la decisión de vacunarse. Para aquellos que se dirijan a zonas con alta endemia, la administración de la vacuna puede representar una necesaria barrera de protección contra la fiebre amarilla, siempre y cuando se realice con las medidas de precaución pertinentes.
Por el contrario, en destinos clasificados con baja potencial de exposición, la recomendación es evitar la vacunación en personas mayores, dado que el riesgo de reacciones adversas podría superar los beneficios de la inmunización.
La fiebre amarilla sigue siendo una amenaza real y persistente en zonas endémicas, y la aparición de un brote de esta magnitud en Colombia exige respuestas contundentes y coordinadas. Para los mayores de 60 años, el panorama se presenta especialmente complejo, ya que deben enfrentar el riesgo letal del virus en caso de infección y, al mismo tiempo, los peligros asociados a la vacuna.
Este doble riesgo obliga a la población a buscar asesoramiento en centros especializados y a considerar todos los factores antes de decidir viajar a zonas de alta endemia.
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