Realismo Trágico, Parte 2

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Por: Alberto J. Bernal-León


El fin de semana pasado otra serie de pueblos en Colombia llevaron a cabo consultas populares en las que un puñado de ciudadanos, pésimamente informados, valga decir, decidieron darle la espalda a las industrias minera y petrolera porque “el agua está primero”. El miércoles pasado en la mañana, mientras esperaba a que el avión saliera rumbo a NYC, me llegó una alerta de Bloomberg que decía que un consorcio de compañías petroleras acababa de encontrar un yacimiento de más de un millardo de barriles de petróleo en aguas pandas del Golfo de México. Solo ese yacimiento tiene el potencial de dejarle a México nuevas divisas por US$50 millardos, más o menos 5% del PIB de ese país.

Es increíble, pero todo parece indicar que la economía de México va a crecer más que la colombiana en 2017 (a pesar de Trump y de todo el estrés que sintió la economía de ese país a finales de 2016). México probablemente va a crecer 2,2% año/año gracias al incremento que se está viendo en la inversión energética y a la capacidad que ha tenido el país para mantener sus cuentas fiscales en orden, hechos que han destacado las calificadoras de riesgo. En el caso de Colombia, las calificadoras ya comenzaron a enviar mensajes de alarma por la cuestión fiscal, y la inversión en el sector petrolero y minero está en veremos por culpa de las benditas consultas.

Mi mamá solía decir que uno de los mayores errores que cometemos los humanos es que a veces comenzamos a “creérnosla mucho”. Me acuerdo, por ejemplo, de un trino del columnista Daniel Samper donde argumentaba que “la verdadera riqueza de Colombia está en el agua y en la rana XYJZ&*@ que habita en el Chocó, no en la minería y en el petróleo”. Es clarísimo que Samper jamás se ha tomado el trabajo de averiguar cuánto dinero le deja la minería y el petróleo a Colombia en impuestos y regalías. Pero seamos justos con Daniel, ese trabajo tampoco se lo ha tomado 90% de los opinadores y políticos del país.

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Considero que es mi obligación repetir y repetir los números sobre la minería y el petróleo hasta el cansancio, a ver si algo les queda a los vendedores de humo del país.

Comencemos: (1) La industria petrolera y minera de Colombia emplea a 100.000 colombianos. Esos trabajos son FORMALES, a diferencia de los trabajos en agricultura, cuya mayoría NO recibe beneficios de salud, pensión o vacaciones pagas. (2) En promedio, entre 2010 y 2016 la industria minera y energética pagó $9 billones anuales en regalías. (3) Esas regalías financiaron, en promedio, 33% de TODAS las inversiones municipales que se hicieron entre 2010 y 2016. (4) El 68% del recaudo fiscal del Meta y 54% del recaudo fiscal del departamento del Chocó está atado a la industria minera y petrolera. (5) Según Planeación Nacional, entre 2012 y 2016 las regalías del petróleo y la minería fondearon la construcción y/o reparación de 50.047 kilómetros de vías, la construcción y/o renovación de 748 colegios, la construcción de 248 hospitales públicos y permitieron la construcción de nuevos acueductos que significaron agua potable para 10 millones de colombianos.

Un último punto. Entre minería y petróleo solo se gasta 3% del total del agua que se consume en Colombia. La ganadería y la agricultura combinadas gastan 50% del agua del país. Ahora, la pregunta clave acá es si la famosa ranita de Samper generará $9 billones en regalías por año. Hagan sus apuestas.

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