Una reflexión antes de votar

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No puedo dejar de sentirme frustrado y con mucha decepción por ver el ánimo, el estándar y el razonamiento con el cual muchas personas acudirán a las urnas este domingo 13 de marzo, ojalá me equivoque.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Quisiera empezar con una aclaración fuerte y puntual. En la mayoría de mis intervenciones tanto públicas como privadas, en las que me tenga que referir a situaciones que puedan ser álgidas mantengo un norte y una facultad rectora para opinar sobre los hechos, las circunstancias, las coyunturas, pero no sobre calificativos personales; eso le quita nivel, argumento y fuerza a las disertaciones que se hagan, lo que al parecer mucha gente en Colombia no lo concibe. Creen que si uno no comparte una candidatura porque quien aspira no está preparado, eso significa un ataque personal u odio. Afortunadamente no albergo odio en mi vida. 

Dejando atrás la aclaración quisiera partir de un elemento principal de la vida, una convicción férrea que procuro mantener en todas mis áreas: exigir lo mejor, pedir lo mejor, esperar lo mejor, poner la vara muy alta, siempre querer más, no me gusta ni la conformidad ni la mediocridad y pareciera que hay personas que creen que un candidato es bueno ante las cámaras y es chévere puede ser un buen presidente. Es igual lo que les sucede a quienes caen encantados con promesas absurdas como construir un tren elevado desde Buenaventura hasta Barranquilla. En general, la falta de objetividad es mucha.

No voy a mencionar nombres de candidatos en esta columna de opinión para no armar más desorden y exacerbar los ánimos que están calientes por esta semana, por lo que algunos han intentado cruzarme palabras hostiles y procuro resistir. El ejercicio que quiero plantear como reflexión es muy sencillo: las personas que van a votar este domingo por los senadores, por los representantes a la Cámara, por las consultas interpartidistas, ¿dejarían que sus hijos y su familia nombren gerentes o presidentes a esas personas por las cuales ustedes van a votar?, ¿se sentirían seguros, tranquilos y confiados? Si la respuesta es sí, no tengo nada más que agregar, adelante, voten por esa persona porque está haciendo un ejercicio valioso y responsable.

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El colombiano, así como el ser humano en general, es muy egoísta y termina por exigirle más a la empleada doméstica, al vigilante, a personas que están a su alrededor cuidando sus intereses que al mismo presidente de su nación. No puedo negar que me parece sumamente antipática la actitud de una persona que no se tome el trabajo de leer la hoja de vida de un candidato al Senado, a la Presidencia, dónde estudió, qué idiomas habla, qué experiencia tiene, si ha trabajado en alguna empresa privada, si ha generado algún empleo en su vida.

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Considero que el espectro político en el que me encuentro, que es centro derecha, no puede equivocarse este domingo con una elección de un mal candidato, y mucho menos ir a primera vuelta con un mal candidato porque puede perder ante Gustavo Petro, y si gana ese determinado mal candidato va a ser una presidencia desastrosa y las consecuencias van a ser sencillas y concluyentes. Dentro de cuatro años el triunfo de la izquierda será inevitable en cabeza del mismo Gustavo Petro si es que insiste en aspirar, de Francia Márquez o de Camilo Romero. Esto lo puedo escribir en marmol con plena seguridad.

Quisiera concluir esta reflexión con un llamado a la sensatez, a la responsabilidad, a que revisen qué consecuencias han tenido sus acciones, sus votos en el pasado y se pregunten si esto que van a hacer este domingo no es más de lo mismo. Es importante que evalúen las transformaciones que sus ciudades han vivido, si es que sus candidatos han sido mandatarios, qué ha cambiado, qué se ha construido, ¿han visto cambios reales y ha mejorado la calidad de vida de las personas? 

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Mi llamado a las personas que creen que hay razones personales simplemente por mi no comunión con algunas candidaturas muy populares es que se serenen, se tranquilicen; el enemigo no soy yo y eso demuestra el grado de inmadurez que están manejando algunas campañas políticas. Un buen candidato escucha las críticas, trabaja sobre ellas, construye con ellas y trata de ser mejor todos los días. Un mal político quiere un comité de adulación a su lado para que le diga que es muy bueno, que todo está bien, que es el mejor y que quien lo critica  lo hace por caprichos, por razones personales como acusan unos.

Ojalá que los colombianos voten con responsabilidad, ojalá escojan bien para que luego no se arrepientan. Es algo muy sencillo y concreto que pueden y deben hacer.

@AndresGaviriaC

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