Cuando se miran las cifras del Dane con detenimiento, la lectura del estado real de la economía no deja de ser preocupante. Es la recuperación de los precios internacionales del petróleo lo que explica los buenos resultados obtenidos.
Por: Miguel Gómez Martínez
e conocieron las cifras de exportaciones en el 2017. El gobierno saltó de júbilo al señalar que con 37.800 millones de dólares, se frenaba la caída de cuatro años seguidos en el monto exportado por el país. En efecto, en el 2012 registramos ventas al exterior por 60,125 millones y en el 2016 llegamos solo a 31.757 millones de dólares, lo que implicaba un dramático descenso del 47 por ciento en el periodo observado. La buena noticia es que se frenó la caída del valor de nuestro comercio.
Pero, cuando se miran las cifras del Dane con detenimiento, la lectura sobre el estado real de la economía no deja de ser preocupante. Es la recuperación de los precios internacionales del petróleo lo que explica los buenos resultados obtenidos. Los otros sectores de la producción siguen mostrando un comportamiento muy deficiente.
El petróleo y sus derivados, a pesar de la caída del volumen promedio de producción diaria (855.000 barriles), aumentó el valor de sus ventas al exterior en 2.263 millones de dólares. El carbón tuvo un significativo aumento de 2.751 millones de dólares. Entonces, si restamos de los 6.043 millones de aumento en las exportaciones registrados el año pasado, 5.014 millones de dólares corresponden al mejor precio internacional de estos dos productos, nos queda que equivalen al 83 por ciento del aumento de las ventas externas colombianas. Si a ello se suman las exportaciones de níquel y café, el resultado es aún más preocupante, pues las tradicionales representan el 85 por ciento del aumento de las exportaciones en el 2017.
A pesar de la mejor tasa de cambio registrada en el año anterior, las exportaciones no tradicionales siguieron perdiendo participación dentro del total exportado, pasando del 43 al 38 por ciento, lo que confirma su pérdida de competitividad. Esta es tal vez la estadística más negativa, ya que aun con un peso más débil no logramos recuperar mercados.
El sector agropecuario aumenta 7 por ciento sus exportaciones, pasando de 2.566 a 2.678 millones de dólares, un incremento de 112 millones. De ellos, 96 millones (86 por ciento del aumento total) equivalen a las ventas de café que tuvieron un mejor año. También aquí se registra una gran concentración de las exportaciones en el sector tradicional cafetero.
La industria crece 8 por ciento lo que sería aceptable. Pero cuando se restan los sectores no manufactureros, la conclusión es triste. La manufactura solo aumentó 2,4 por ciento, prueba de que la competitividad de estos sectores sigue muy rezagada.
Se concluye, entonces, que, de no ser por el carbón y el petróleo, cuyos precios están sometidos a la volatilidad de los mercados de materias primas energéticas, el panorama del sector exportador colombiano sería desolador. Estos dos rubros han sido los menos atendidos por el gobierno, que los ha dejado a la merced de la inestabilidad en el Ministerio de Minas, el desgobierno local y la corrupción de los entes encargados del tema ambiental. Para ellos no hay promoción. A los que no repuntan, se les ha despilfarrado los millones de dólares que justifican repensar integralmente el funcionamiento de ProColombia.
Ironía que sea en el gobierno del primer ministro de Comercio Exterior que las exportaciones hayan tenido sus peores épocas.